YOM HAZIKARON: ETMOL, HAYOM VEMAJAR

Por: Gabriel Shnaider, Rosh Jinuj Hanoar Hatzioni B´Perú

Todos los años el pueblo de Israel le dedica todo un día al recuerdo de nuestros soldados que cayeron defendiendo Israel y a las víctimas de atentados terroristas. Un día donde la bandera que nos llena de orgullo flamea a media asta, donde una sirena paralizara nuestro día por dos minutos, y todos estaremos consumidos por un dolor inmenso.

Me atrevería a decir que Yom Hazikaron es el día más triste de todo nuestro calendario. Es algo poco fácil de entender, mucho menos si no lo hemos experimentado. Me acuerdo de los actos a los que nos llevaron durante Shnat Hajshara, incluido el de “Har Hertzl”, en el que se encuentra el cementerio militar. Era incalculable la cantidad de personas allí presentes. Todos tenían un familiar, un amigo, un compañero o un hijo a quien visitar en este día tan solemne. Las lágrimas de desesperación de las madres que caían sobre las lapidas de sus hijos, los compañeros de unidad que presenciaron la caída de quien probablemente arriesgo su vida por ellos, hermanos chiquitos que simplemente su hermano mayor un día fue llamado al ejército y nunca más regreso, janijim de tnuot noar que visitan a quien años antes había sido su Madrij, y les había dado peula sobre defender a Israel y la búsqueda de la paz, y hoy están llorando por su recuerdo. Al finalizar el acto, todos los presentes entonaron el Hatikva. Allí, los cientos de miles de personas cantaron juntas el himno nacional “Hatikva”, donde se entona:

“La esperanza de dos mil años, de ser un pueblo libre en nuestra tierra”

Muchos se podrán preguntar: si el dolor es tan grande, por qué es tan natural que los jóvenes se enrolen en el ejército. Es difícil de entenderlo; yo lo descubrí en esa
oportunidad cantando el Hatikva. Tenemos la suerte de tener un Estado Judío, es un sueño hecho realidad, es nuestro hogar nacional, que nosotros soñamos, nosotros construimos, nosotros lo habitamos, y nosotros tenemos que defenderlo. Es una triste realidad, pero así nos tocó vivirla, tenemos la responsabilidad de defender lo que es nuestro, aunque eso implique uno de los sacrificios más grandes que podamos imaginarnos. Es por eso por lo que no debemos ver Yom Hazikaron solo como un día triste y de duelo; sino, como un día para recordar el heroísmo y el coraje, el valor y el compromiso, la fuerza y la valentía. En esta oportunidad les quiero contar una historia que refleja estos valores mencionados.

Dvora Epstein nació en Montevideo, Uruguay, en el año 1929. Hija única de sus padres Rosa y David. Dvora fue parte de Hanoar Hatzioni en Uruguay, siempre se identificó con el Movimiento Sionista y lo que este buscaba. Le encantaba dar peulot sobre lo bueno que fuese tener un Estado Judío, y sobre nuestra responsabilidad de hacerlo realidad. Le hablaba a sus janijim sobre lo que estaba pasando en la tierra de Israel, sobre la alia y la Hagshama Atzmit. Todo esto la llevo a hacer alia en diciembre de 1947. Se fue junto Abraham Gueller, también de Uruguay, y Iacoov Kroch de Argentina. Los 3 fueron al Kibutz Nitzanim, Kibutz de Hanoar, donde podían cumplir sus ideales de trabajar y colonizar la tierra, donde la vida en comunidad es reflejo de justicia, igualdad y trabajo cooperativo.

En marzo de 1948, Dvora le envía una carta a sus amigos de la tnua en Uruguay, donde dice lo siguiente:

“Amigos de la Tnua:
Esto es lo que quería escribirles, que ahora estoy viviendo todas aquellas palabras que canté en la Tnua y no pude entender. Hoy estas palabras se vistieron de carne y huesos, ahora entiendo su verdadero significado. Cada canción, cada himno, tiene dentro de sí tantas verdades, más que una foto, artículo escrito o cosas de esas. El aire que respiramos aquí está lleno de olor a pólvora y pronto seguramente vamos a escuchar muy malas noticias, pero también buenas.
Los extraña.
Dvora”

Lamentablemente, las malas noticas que hablaba en su carta no tardaron en llegar. En junio de ese mismo año, tropas egipcias se enfrentaron al kibutz, donde Dvora junto otros javerim del kibutz cayeron en batalla.

El recuerdo de Dvora, como una mujer Jalutziana y emprendedora, fiel a sus ideales, responsable y comprometida por el destino de su pueblo. Simplemente Dvora fue una Magshima completa, sin temor a luchar por lo que ella creía correcto, sin miedo ni titubeos. Era consciente de los peligros a los que se enfrentaba, y aun así estuvo dispuesta a dar su vida para alcanzar el anhelado sueño nacional de un Estado Judío.

Abraham Gueller, su compañero con quien había hecho alia con ella desde Uruguay, escribe lo siguiente: “Una enorme pérdida hemos sufrido. La joven Dvora era de los pilares de nuestro garin. Creía con todo su corazón que haríamos realidad nuestro sueño. El sueño se hace realidad y el corazón duele al no estar Dvora con nosotros.”

Estoy seguro de que Dvora el día de hoy debe estar muy orgullosa y contenta de ver como sus heroicos actos son recordados por nosotros con honor y dignidad y de saber cómo sus actos ayudaron y fueron parte del proceso de independencia, pero por sobre todas las cosas, de ver como hasta el día de hoy, su querida Tnua, Hanoar Hatzioni, sigue educando en base a los mismos valores y principios.

En el Hanoar educamos a que todo javer se identifique con su pueblo, y sienta la
responsabilidad de ser activo en la lucha por su continuidad. En la Tnua, vemos en Israel nuestro hogar nacional, sobre el cual existe derecho histórico a ser libres en nuestra tierra, y por el cual asumimos el compromiso de defenderlo. En nuestro movimiento, cada uno de nuestros javerim encuentra su manera de apoyar a Israel, cada uno, en base a su contexto y posibilidades, pues lo importante es cultivar el compromiso y responsabilidad que deben tener nuestros javerim con el Estado de Israel. Educamos a nuestros javerim que sean jalutzim: pioneros, lideres, responsables, vanguardistas, sin miedo a innovar, a lo nuevo o a lo desconocido. Siempre en sendas de alcanzar la Hagshama Atzmit (Realización Personal), donde todos nuestros javerim ansíen poder concretar sus sueños y alcanzar sus metas, tanto personales como nacionales.

Dvora nos enseña que estas ideas no son utópicas, y mucho menos inalcanzables; que quien persigue y lucha por sus sueños, los alcanza. Es por eso por lo que su ejemplo nos acompaña hasta el día de hoy. Dvora, no solo estaría orgullosa de saber que seguimos educando por el mismo camino; sino, que después de ella fueron mucho más los jóvenes que siguieron sus pasos. Que optaron por hacer alia, vestirse de verde y defender su hogar. Hoy en día son muchos los javerim de la tnua que optan por hacer alia e incorporarse en las filas de nuestro ejército. Ellos nos demuestran que estamos por buen camino y que estamos cumpliendo nuestros objetivos. Antes de ellos fueron otros, y estoy seguro de que en el futuro seguirán habiendo más javerim de la tnua que sigan su ejemplo. Pues ellos al
igual que Dvora, son una muestra de fuerza y valentía.

Yom Hazikaron sigue siendo el día más triste del año, y no existe consuelo alguno para nadie. Pero también, es un día de orgullo, honor y dignidad. Que el recuerdo de los miles de soldados no quede solo en lágrimas que conmemoran el tétrico pasado; sino, que nos sirva de ejemplo para mirar hacia adelante, en busca de que su descenso no haya sido en vano, porque gracias a ellos podemos disfrutar y vivir tranquilos. Que su recuerdo también nos haga consientes de la realidad en la que vivimos, y nos de fuerzas para seguir trabajando en la incesable búsqueda de la paz, para que así nuestra supervivencia no esté ligada a lágrimas y desolación.

Jazak Ve´Ematz

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