Por: Gabriel Shnaider
“Tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados; tierra de olivos y miel.” (Debarim 8:8)
Tu BiShvat es una festividad que nos da la oportunidad de conectarnos con nuestro entorno, evaluarnos dentro del mundo y reflexionar sobre nuestro vínculo con la naturaleza. Durante el siglo XVI, en Tzfat, un grupo de jajamim crearon lo que se conoce como el Seder de Tu BiShvat, una comida festiva donde se acostumbra a servir gran variedad de frutas, en especial las 7 especies características de Israel, y junto a ellas se lee un extracto del Tanaj, el Talmud o algún Midrash donde se habla de aquella fruta.
Sobre los dátiles está escrito lo siguiente:
“De la misma forma que no se desperdicia nada de la palmera de dátil, cuyas ramas se usan para la oración, cuyos dátiles son comidos como frutos, cuyo tronco sirve como soporte, cuyas fibras son usadas como cuerda, las hebras para redes y las ramas para los techos.” (Midrash Bereshit Raba 41)
Al leer esto, viene a mi mente la imagen de la tnua, donde cada uno de sus componentes tiene su forma particular de dar un aporte único y significativo. En esta gran palmera que llamamos tnua tenemos madrijim que asumen la responsabilidad de educar con amor y pasión; madrijim que gracias a ellos se crean espacios mágicos, seguros y cálidos; donde el juego, la conversación, lo planificado y lo espontaneo son parte de un maravilloso proceso educativo que permite el crecimiento, el desarrollo y descubrimiento de sus janijim y de ellos mismos también. Son así las ramas sobre las cuales se sostiene la tnua, responsabilidad no menor, de tener que ser base sólida: solida en responsabilidad, en compromiso, en dedicación, en fuerza y en valentía.
Los janijim, los frutos de esta hermosa palmera, que con sus sonrisas y muestras de afecto nos llenan de dulzura y significado. Que no tan metafóricamente son también el fruto de todo el trabajo que se hace en la tnua. Su participación y ganas de ser parte, son los fieles testigos de la miel que produce la tnua. Son los janijim que con su energía, emoción y cariño endulzan nuestros paladares.
El tronco, fuerte y soporte, le da firmeza y forma a nuestro árbol. El tronco conecta a las raíces que están bajo tierra con las hojas que se estiran por lo alto de los cielos. Su firmeza mantiene a nuestro árbol con su forma y estable aun durante las más duras tormentas. Así también es nuestra visión como tnua, aquel sueño al que anhelamos y luchamos por hacer realidad. Nuestra visión nos conecta con nuestros tatara-madrijim y con las futuras generaciones de janijim. La fidelidad con la que luchamos para llegar a hacer nuestros sueños realidad es la que le da la forma a nuestra tnua y aferrarnos a ella nos mantiene firmes y estables aun durante los más fuertes vientos.
Las fibras, que se usan como cuerdas, cuerdas que conectan y unen. Que vinculan las distintas entidades en una gran estructura que llamamos tnua. Una vaadat tarbut, una vaadat pirsu, separada de las vaadot jinuj y guizbar; se necesita de cuerdas que unan y conecten a todos con todos. Estas cuerdas deben ser fuertes y a su vez elásticas y flexibles. Una Hanaga que une a todo su tzevet, que conecta a todos los bogrim entre ellos y con la tnua. La Hanaga que se enfrenta constantemente al complejo proceso de toma de decisiones, siempre pensando en el buen desarrollo de la tnua, deben ser fuertes y a su vez flexibles. La Hanaga también es quien une y vincula a todos dándoles un sentido y propósito.
Las redes vendrían a ser esta estructura ya unida. La materialización de la intangibilidad de la tnua. Porque al final de cuentas, la tnua es su gente; y su gente son seres sociables, que se conectan con otras personas, que crean vínculos entre ellos, comparten y se relacionan formando una gran red. Una red donde tanto el janij que tuvo hoy su primera peula está conectado con el boguer que está en su último año. Y por qué no, una red humana a través de una red de internet.
Y por último las ramas que se usan como techos que hacen referencia al sjaj de la suca, esta cabaña que volvemos nuestro hogar para habitar en ella por una semana. Siempre me pareció sorprende como con un poco de ramas y materiales no muy especiales, se pueden construir sucot donde hay un ambiente festivo, cálido y de regocijo; así también donde nos esforzamos por sentirnos seguros y cómodos. Más sorpréndete aun es la tnua, que genera este calor de manera tan natural, con tanto poder, de forma infinita y en cualquier lugar. Porque la tnua es eso, es este techo que nos da un lugar seguro y cómodo, lleno de amor y dedicación, en el cual podemos habitar para crecer en él.
Van a haber veces cuando todo esto se vea nublado, sea cansador y lleno de obstáculos. Que por más que seamos parte de la palmera, no entendamos o no podamos visualizar con claridad cual es nuestro rol dentro de la palmera. O puede pasar que no podemos sentir con plenitud de que manera se utiliza nuestra parte de la datilera. Es en esos momentos de confusión donde tenemos que salir un ratito de la foto para poder ver el paisaje completo.
Entonces regreso y pienso “Eretz Zabat Jalab UDbash”, miel (más conocida aquí como silan) que viene a endulzar con amor y hermandad. Entonces regreso y pienso en nuestro pasado como pueblo, en todas las hazañas que narramos y recordamos de forma vivida: en todas estamos unidos, en todas estamos juntos; hoy también debemos estar unidos y juntos, apoyándonos y estando allí los unos para los otros. Entonces regreso y pienso lo que dijo Hilel, que toda la Tora se resumen en “VeAhabta LeReaja Camoja” “Y amaras a tu prójimo como a ti mismo”, y cada vez entiendo más y mejor todo lo que abarca este versículo.
Entonces, que mejor fecha que Tu BiShvat para regresar a conectarnos con la tierra y la naturaleza, comer un dátil y pensar. Pensar en nuestra tnua, su fascinante estructura y complejo organigrama, donde cada quien tiene un rol fundamental y todos tienen algo único y especial que aportar. Pensar en nuestro pueblo, Am Israel, y cuál es el aporte que nosotros le damos, como le contribuimos, y que recibimos a cambio. Pensar en el amor, un amor natural entre nosotros, que nos interpela y conecta, y que podemos fortalecerlo y agrandarlo.
Jag HaIlanot Sameaj vePoreaj
Jazak Ve´Ematz