UN MARCO SIN DISFRAZ

Por: Ariela Shanider Ackerman, Rosh Jinuj Hanoar Hatzioni B’Peru

Purim es el Jag de la alegría, en la cual recordamos un interesante capítulo de la historia
del pueblo judío y el enorme acto de heroísmo de Esther y Mordejai, al salvar a los judíos
de los planes de Haman.

Esta festividad tiene muchas tradiciones y costumbres, desde las practicas netamente
religiosas, como lo es la lectura de la meguilat; hasta celebraciones más laicas y simbólicas
a la fecha tales como grandes cenas entre familiares, canciones y bailes.

Algo típico de este Jag que se repite y ve en todas partes y comunidades del mundo, son los
famosos, coloridos y divertidos disfraces. Esta es una linda tradición en la cual todos, de
una u otra manera, vivenciamos y aprendemos sobre dicha festividad. Esta costumbre nace
del principio en el cual durante todo el relato de Purim d-os no es mencionado, no aparece
ni se hace referencia a actos realizados por el mismo. Por ello nace la simbología de los
disfraces, en la cual d-os está oculto y escondido durante la historia. Esta simbología es
algo que se nos presenta con mayor naturaleza y cotidianidad en la Tnua de lo que
creemos. A continuación, me gustaría explicar el paralelismo.

La tnua en muchas comunidades de la diáspora, ocupa un lugar único y especial en la vida
de los jóvenes; siendo que cada vez son más relevantes y significativas en la formación y
consolidación de la identidad de nuestros janijim.

Tal vez, parte de su éxito se da al reconocer la necesidad de generar un marco de
pertenencia donde todos se sientan a un 100% cómodos, identificados, seguros y
auténticos; por lo que es primordial comprender al janij como ser humano que siente y
expresa. En este contexto, el madrij es consciente de la enorme labor que conlleva y
significa su rol frente al panorama, reconoce la fuerza que administra y por ende la
responsabilidad que lleva en sus manos. Esta fuerza y hermosa responsabilidad es la de
educar; y así como a través de distintos procesos transmitimos diferentes conceptos e ideas
a lo largo de nuestra hadraja, es nuestra labor levantar disfraz por disfraz; buscar la esencia
de cada janij, darles la oportunidad de mostrarse al mundo en su totalidad y complejidad.
A través del ejemplo personal (Dugma Ishit), base ética de nuestra práctica educativa,
construimos un ambiente cálido, un marco que brinde estabilidad, un lugar pleno con
oportunidades y grandes horizontes. Donde nuestro mayor objetivo es el desarrollo
integral y personal de todo janij, y donde no importe en qué escenario nos encontremos,
podemos brindar la oportunidad a cada janij de “sacarse el disfraz” para sentirse parte,
porque no hay nada que ocultar.

Como madrijim educamos para involucrar, reconocer, interiorizar y mostrar que nuestros
janijim son personas en la totalidad de la palabra; seres que sienten, que tienen identidad,
cualidades, virtudes, y muchas cosas que mejorar por delante también.

La labor de un madrij no es sencilla, es desafiante y compleja. Pero al mismo tiempo es
valiosa, importante e irreemplazable en lo que respecta la constitución de la identidad de
nuestros janijim. Sin embargo, podría pasar desapercibida a ojos de quienes no forman
parte de la Tnua.

En este contexto, creo que Purim nos ofrece una grandiosa oportunidad para reconocer el
rol del madrij, especialmente en el contexto actual en el que vivimos. Personas que, con
responsabilidad, voluntad y mucha fuerza, toman en sus manos el compromiso de educar y
buscan construir “un marco sin disfraz”.

Jag Purim Sameaj!

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