Por: Romi Morales
“Vaiera” aborda una serie de temas que pueden ser de gran ayuda a la hora de hacer de la Tnua un espacio seguro. Veamos algunos de estos puntos.
Abraham da la bienvenida a 3 visitantes
El comienzo de la parashá relata como tres personas se acercan a la carpa de Abraham y éste intenta convencerlos de que entren a beber, comer y descansar antes de seguir camino. Una vez logra que ellos se detengan, Abraham incentiva a Sarah a que ella también sea parte de la organización del gran banquete. Vale preguntar: ¿Por qué alguien estaría tan urgido de recibir gente extraña en su casa? ¿Por qué se preocuparía de hacer grandes preparativos para gente desconocida? ¿Por qué involucrar a otros para que ellos también sean parte de esta gran recepción?
Estas preguntas nos parecerían extrañas, si no fuera porque en distintos lugares del mundo, aún hoy, miles de madrijim y madrijot siguen haciendo lo mismo que hizo Abraham miles de años atrás. Si: sábado a sábado madrijim y madrijot se (pre)ocupan de invitar a niños, niñas y jóvenes en edad de Tnua a llegar al ken. En muchos lugares, incluso, hay vaadot a cargo de preparar la recepción al Ken, para que cuando todos lleguen, sepan que los han estado esperando y que su presencia allí es motivo de alegría. Podemos decir entonces que el primer paso para que la Tnua sea un espacio seguro, es dar una cálida recepción y hacer sentir bienvenida y cómoda a toda persona que llega a nuestra puerta; para que no se sienta “extraña”, o más importante aún, para que se sienta “como en casa”.
Otro punto interesante del fragmento es que, los que al principio eran unos simples viajeros, terminan siendo 3 ángeles que vienen a traer recados muy importantes a Abraham, Sarah y a Lot. De esto también podemos aprender: muchas veces creemos que, quienes vienen el sábado son “simples” janijim o janijot. Sin embargo, a medida que los vamos conociendo y generamos con ellos un profundo vínculo, nos damos cuenta de que estas personas han llegado a nuestras vidas para traernos grandes aprendizajes e importantes mensajes que nos ayudan a crecer y mejorar día a día. Así, lo que en un principio parece ser un acto que favorece sólo a quienes llegan, termina siendo un acto que beneficia, también, a quienes les reciben, contribuyendo así, a hacer de la Tnua un espacio positivo y productivo para todas las personas que lo habitan.
Sodoma y Gomorra: cuando el espacio no es seguro.
En esta parashá vemos como Lot, sobrino de Abraham, se ha asentado junto a su familia en Sodoma. Esta ciudad, junto a Gomorra son descriptas como dos ciudades donde reinaban la maldad, la injusticia y la corrupción. Tan dañina era la situación que Di´s avisó a Abraham su plan de eliminar ambas ciudades. Al recibir esta información, Abraham interviene pidiéndole a Di´s que la gente justa no reciba el mismo castigo que los malvados. De esta manera, llegan los ángeles (en forma de visitantes) a Sodoma a rescatar a Lot y a su familia. Si bien Lot los recibe adecuadamente, el resto de la ciudad actúa con altos niveles de violencia hacia ellos. La única opción que tienen Lot y su familia para salvarse, es huir del lugar antes de que sea destruido, bajo el pedido explícito de no mirar atrás.
De aquí claramente aprendemos que no alcanza con dar una linda bienvenida, debemos asegurarnos también de que el lugar donde habitamos y a donde recibimos a la gente sea saludable también. Si nuestro espacio educativo es tóxico y atenta contra la salud física, mental y o emocional de los javerim y javerot, será imposible cumplir con los objetivos que nos hemos propuesto como Tnuá: generar vínculos saludables, aprendizajes significativos y-o vivencias que garanticen el crecimiento personal y el fortalecimiento identitario en base a nuestros valores y principios, entre otros.
A veces, identificar prácticas que perjudican a las personas no es sencillo pues éstas son parte de la “cultura del lugar o del momento”. Formas de hablar, rituales o dinámicas sociales pueden ser entendidas como “normales” porque “así fueron siempre”. Sin embargo, tener mirada crítica, pensamiento autónomo y permitirse el derecho a la duda, son algunas de las herramientas que podemos usar para evaluar si efectivamente lo que sucede en nuestro ken aporta a crear un ambiente seguro para todas las personas. En caso de que no, actuar a favor del cambio es fundamental.
Hay veces que la violencia no es algo generalizado, sino que se ve particularmente en un grupo. En estos casos, es importante visualizar quiénes son las personas que, a pesar de estar inmersas en un ambiente nocivo, aun así, intentan actuar con integridad para protegerlas y ayudarlas a salir del mismo. La capacidad de distinguir espacios o personas que lastiman, de los que permiten crecer es un aprendizaje fundamental para la vida, como así también identificar qué habilidades son necesarias para alejarse de aquello que daña, para acercarse a aquello que empodera. Como madrijim y madrijot, seamos aquellos que brindamos las herramientas necesarias para que nuestros janijim y janijot puedan hacer esta diferenciación y así elegir y construir espacios seguros, tanto dentro como fuera de la Tnua.
El sueño que se cumplió a los 100 años.
Cuando se le avisa a Abraham y a Sara de que tendrán un hijo a los 100 años, ambos se sonríen con incredulidad. Al parecer, ambos creen que este sueño que ambos comparten es imposible de alcanzar. Y, aun así, contra todas las posibilidades y pronósticos, después de mucho esperar, llega al mundo Itzjak. ¿Y qué tiene que ver esto con hacer de la Tnua un espacio seguro?
Pues bien, hasta aquí mencionamos la importancia de llamar a nuestros janijim y janijot a llegar al ken, recibirlos con alegría y asegurar para ellos que éste sea un espacio sin violencias. Sin embargo, un espacio seguro, no es solamente aquel en el que hay ausencia de maldad o peligros, sino que un espacio seguro es, principalmente, aquel en el que el respeto, la seguridad y la confianza son la base necesaria y suficiente para ser y soñar de manera auténtica y compartir eso con quienes nos rodean. Como madrijim y madrijot es fundamental que hagamos de nuestras kvutzot grupos sinérgicos que incentiven a sacar afuera el potencial de cada una de las personas que las conforman. Grupos que funcionen en base a la ayuda mutua, la responsabilidad colectiva y el profundo deseo de generar bienestar a uno mismo y a quienes lo rodean. Grupos que no renuncien frente a la adversidad. Para que cuando suceda que alguno de nuestros janijim o janijot se ría de sus propios sueños, pensando que estos son imposibles de cumplir, haya quien esté a su lado, para recordarle que si Abraham y Sarah tuvieron un hijo a los 100 años, entonces, si lo queremos, juntos, todo es posible.
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