TISHA VEAV 2024: EN EL OJO DEL HURACAN

tornado on body of water during golden hour

Romi Morales

A lo largo de mis años de educadora esta fecha me resultó un tanto lejana. Tuve el privilegio de nacer en una ciudad donde nunca me sentí discriminada por ser judía, crecí en un país donde reinaba la paz y dónde el motivo de mi aliá fue el deseo profundo de vivir una vida judía como norma en el hogar nacional del pueblo judío: Israel. Me fui cuando quise, porque quise. Nadie me echó.

En este sentido, conectarme con las sensaciones, emociones y sentimientos de esta fecha me resultaba muy difícil, a pesar de entender la gravedad de los trágicos hechos que ha tenido que atravesar nuestro pueblo a lo largo de toda su historia. Solo pensar en la destrucción de lo que fue el centro espiritual, cultural y nacional de nuestro pueblo y las sucesivas consecuencias (entre ellas el exilio y los constantes ataques que hemos recibido), alcanza para comprender por qué este día fue determinado por nuestros sabios como un día de duelo colectivo.

Este año, sin embargo, mi perspectiva es un tanto diferente.

Este año, el 7 de Tamuz (día en el que se recuerda la ruptura de las murallas que rodeaban a Jerusalem y el sitio a la ciudad llegó a su fin, dando origen al proceso de destrucción del Templo) alguien escribió: “Este año nadie tiene que explicarnos porque ayunamos cuando alguien rompe nuestras murallas”. La verdad, tiene razón.

Desde el 7 de octubre de 2023, he conocido muchos sentimientos por primera vez. Los niveles de violencia ejercidos contra ciudadanos israelíes y extranjeros que se encontraban en Israel, por el solo hecho de ser judíos, me recordó las tragedias mas grandes de nuestro pueblo en el exilio. La guerra concreta y la guerra psicológica me han enseñado a (sobre)vivir en una rutina en la que los anuncios de soldados caídos en guerra y días que pasan uno atrás del otro sin que podamos liberar a nuestros secuestrados, lamentablemente, son el pan de cada día. Los incendios en el norte del país, las ciudades destruidas por los misiles que dispara la organización terrorista de Hezbolla desde el Líbano y las decenas de miles de desplazados que han sido alejados de sus hogares, me muestran terribles imágenes de destrucción. Hay días en los que no queda claro cómo podremos seguir adelante, cómo lograremos reconstruir todo lo que ha sido dañado, como hemos de sanar las heridas de una sociedad profundamente lastimada física, mental y emocionalmente. Para esos días, esta Tisha veAv.

Tisha veAv es el día en el que recordamos todas las tragedias que pasamos, los dolorosos eventos que quedaron gravados en la memoria colectiva de nuestro pueblo hasta nuestros días. Generalmente se lo ve como un día oscuro. Sin embargo, si elegimos cambiar el foco y ponerlo en el “después”, podremos descubrir cuanta esperanza, optimismo y fuerza hay en esta fecha.

Este día viene a recordarnos que, si bien habrá momentos difíciles, momentos de crisis y de dolor, existe en nosotros la capacidad de sobreponernos a las adversidades y salir fortalecidos de eso. Tisha veAv es el día que viene a recordarnos cuan resilientes somos, o en palabras de la Tnua, Tisha ve Av viene a explicarnos la relevancia de nuestro famoso “Jazak ve Ematz”: cuan fuertes de cuerpo (para aguantar las tormentas) y valientes en el corazón (para soñar un futuro mejor y luchar por conseguirlo) fuimos, somos y seremos.

Como educadores es fundamental que, especialmente en estos días, elijamos con sabiduría donde poner el foco a la hora de educar. Porque es cierto que podemos hablar desde el lugar del trauma y enfocarnos en la destrucción. Pero también es posible hablar de cómo dentro de las situaciones difíciles, existieron personas que lograron salir adelante y como su ejemplo ayudó a otros a que lo hagan también. Podemos elegir poner el foco en el heroísmo. Podemos elegir poner el foco en el hambre de aferrarse a la vida y cómo hemos sabido como pueblo usar la creatividad para resguardarla como el valor supremo que es. Podemos hablar de la flexibilidad y capacidad de adaptación al cambio que tiene el judaísmo, elementos que sin lugar a duda aseguraron la continuidad de nuestro pueblo.

Tisha veAv, este año para mí, cobró un nuevo significado. Hoy es un recordatorio que, si bien hoy podemos estar en el ojo del huracán, sí tenemos la fuerza para enfrentarlo y superarlo y, si es necesario, cuando todo pase, volver a empezar.

Jazak VeEmatz!

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