Palabras de Arturo Gorbach, javer de Hanoar Hatzioni México en la ceremonia en su Masa le Polin, frente a lo que fue un Ken de Hanoar Hatzioni en Tikocyn, Polonia.
En el silencio más absoluto que sentía al recorrer los campos de concentración de Birkenau, Auschwitz y Majdanek, lo único que lograba escuchar era mi cabeza preguntarse a si mismo: ¿por qué?
En si pensar razones para justificar los actos a los que somos testigos el día de hoy es imposible. La humillación y sufrimiento a la que nuestros antepasados fueron sujetos parece ser demasiada, suficiente como para destruir a un pueblo por completo. Y aún así, tenemos la fortuna de que 15 millones y más de nosotros podamos responder: heme aquí. Heme aquí después de que nos segregaran y separaran del resto de la sociedad. Seguimos aquí después de que nos envíen a vivir en las peores condiciones humanas. Seguimos aquí después de que nos enviaran a nuestra muerte.
El día de hoy, recordamos; recordamos para conmemorar cada vida individual que cayó a manos del régimen Nazi, no como un simple dígito colectivo de seis millones, sino que viendo esas seis millones de vidas como seis millones de historias. Historias de personas como cualquiera de nosotros. Asimismo, recordamos para agradecer a todo aquel que fue resiliente y resistió para proteger al pueblo, pues cada alma de cada individuo judío significa más que huesos y carne. Simboliza el legado que nos concedieron nuestras padres y madres, significa la tradición que pasamos le dor va dor, significa la memoria de un pueblo que sin importar que tan duro les pegaban, siempre se paraban de regreso. Pero sobre todo, significan los sueños de nuestros antepasados.
Actualmente, nosotros tenemos el privilegio y la responsabilidad de cargar con nuestro legado judío. ¿Qué hubieran querido que hagamos de él? Yo pienso que se trata de brindar una vida justa y luchar por una sociedad en la que se nos respeta, y respetamos. Una realidad en la que sigamos cuidando el uno de otro, y nos esforzemos por nuestra continuidad. Una realidad en la que podemos ser líderes ejemplares de un mundo libre. Una realidad con el derecho a nuestra auto determinación, y que nuestro destino no esté a manos de alguien mas que D’s. Sobre todo, una realidad en donde recordemos eventos como estos para que nunca vuelvan a pasar.
Que sigamos siendo grandes educadores, justos y resilientes, pues la resilencia no acabo cuando se liberó Auschwitz, sino que es un espíritu que perdura hasta el dia de hoy, desde la diáspora hasta Sión.
Jazak ve’ematz.