SOBRE LA FOGATA Y LAS LLAMAS DEL FUEGO

G. Mhillel, de la «Carta colonial», Varsovia, 1938

“Encendimos la fogata, la primera de la colonia. Las llamas del fuego se elevan e iluminan el
ambiente. Con la fogata calentamos nuestro espiritu.

En este momento, recordamos el fuego que arrasó dos veces los Templos de Jerusalem y que será
señal de las dos Galuiot de nuestra Tierra. Recordamos el fuego que encendieron nuestros
enemigos en España en los días de la Inquisición. Fuego en el que judíos puros fueron
masacrados para que violaran su alianza con su pueblo, con su Dios y su Tora: el fuego de la
canción de la expulsión de España y una nueva sacudida. Recordamos el fuego que ardió hace
cuatro años en Alemania, después del asecenso al poder del tiránico gobernante. El fuego que
consumió los libros «prohibidos», los libros judíos y de los genios de la generación cuyos
corazones estaban abiertos al grito de libertad de las personas y de los pueblos… Y purificó el
fuego la tierra de cada fragmento de libertad y dignidad humana, y fue señal del comienzo de la
gran calamidad que descendió sobre nuestros hermanos en Alemania… Recordamos también el
fuego ardiente en los confines de la tierra; en la Europa «iluminada», Asia y África, los tres
rincones del mundo antiguo. Fuego que puede devolver la humanidad al período anterior a la
expulsión española: un fuego que corrompe toda buena parte de cultura, que produce demonios
y transgreciones entre las personas y los pueblos, y entre el hombre y el hombre. Recordamos el
fuego que prepara una nueva masacre para el mundo. Recordamos “recordar y cuidar” las llamas
del fuego y el humo que se elevan desde los campos de Israel, en nuestra patria, cual fuera
encendido por asesinos que entrecerraron sus ojos para florecer y crecer.
No son como aquellas llamas, estas que están frente nuestro. Nuestro fuego da calor, aquel fuego
solamente arde, incendia. Nuestro fuego brilla, aquellos fuegos traen oscuridad al mundo.
Nosotros hemos encendido el fuego de la paz: fuego que junta, que distribuye y que nos purifica
de todos los rasgos y virtudes corruptoras: el fuego que atrapa y acreciente la amistad y el
compañerismo; fuego que electrifica nuestras almas y nuestros deseos de redención. Este fuego es
puro como una bandera, puro como la cúpula del cielo, y nuestro corazón es tan puro como el.


Yojanan Cohen1, en su libro «Hanoar Hatzioni – El florecimiento de un movimiento», dedica un
capítulo entero a la concepción filosófica de la educación de Hanoar Hatzioni. Al final de este
capítulo, encontramos un hermoso texto escrito por G. Mhillel que esperamos pueda ser
utilizado como una novedosa herramienta didáctica que permita a nuestros javerim pensar
similitudes, diferencias, símbolos compartidos y otros posibles puntos de conexión entre los
jóvenes del cuento de Lag Ba’Omer y nuestros javerim.
Jazak Ve’Ematz!

1
Ideólogo, pensador y Fuente de inspiración de javerim de Hanoar Hatzioni. Uno de los principales miembros
que formaron al camino ideológico de nuestra Tnua.

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