SOBRE EL MIEDO A EQUIVOCARNOS, LA MORATORIA Y EL LUGAR DE LA TNUA ENTRE ELLOS

woman stand in front of glass mirror

Por: Romi Morales

Sobre el miedo a equivocarnos.

¿Quién no ha sentido alguna vez miedo a equivocarse? Difícilmente exista una persona así en el mundo. A veces más, a veces menos, a veces en todas las áreas de la vida, otras en alguna de ellas. Lo cierto es que el miedo a equivocarnos es algo que nos acompaña a lo largo de la vida y de ahí que sea tan importante hablar de ello.

Ahora bien. Ante el miedo al error, tenemos varias opciones. La primera; paralizarnos. Frenar. Detenernos. No intentar. O incluso, hacerlo, pero “con el mínimo esfuerzo”, como intentando que eso de algún modo se traduzca en un mínimo costo, si es que las cosas no salen como esperábamos. Cuando tomamos este camino, aparentemente, hemos reducido el riesgo, la ansiedad, nos mantenemos en una zona de comodidad, porque lo que hay, es lo que conocemos, para bien y para mal. Todo esto puede parecernos muy beneficiosos en el corto plazo, pero tomar este camino tiene contras también. Cuando el miedo al error nos paraliza y lo evadimos, perdemos la oportunidad de explorar y explorarnos, descubrir y descubrimos, aprender y aprendernos en otras circunstancias y por ende, nos limitamos a dejar surgir nuevas y diferentes posibles formas de devenir de nuestro ser.

La segunda opción que tenemos, ante el miedo a equivocarnos, es intentar. Darnos una chance. Probar. Avanzar. Dar ese salto que tanto esperábamos, pero entendiendo que tiene que ser con todas nuestras energías y fuerzas, porque en ese salto nos estamos jugando muchas cosas. A veces nos jugamos todo. En este paradigma, el lema podría ser “el que no arriesga no gana”. Y sí, hay algo de eso. Pero lo cierto es que, para arriesgarnos, y, por ende, para ganar, necesitamos aprender a dar esos saltos y eso no puede pasar frente a un precipicio, pues si nos equivocamos ahí, difícilmente tengamos una segunda oportunidad.

Algo parecido pasa con la vida misma. Todos queremos ser audaces, arriesgarnos y ganar. Pero lo cierto es que muchas veces el miedo a equivocarnos es más fuerte. Lo aprendimos en las escuelas, lo aprendimos al ver los sistemas penitenciarios y carcelarios, lo aprendemos al ver el sarcasmo y la burla viralizada en redes sociales cuando alguien dice o hace algo equivocado por error. “Errar es humano” dice el dicho, pero nuestra generación quiere ser como los dioses: nada más ni nada menos que perfectos. Y en un ser perfecto no hay lugar para el error. Pero cuidado: tampoco para el crecimiento y el desarrollo.

Sobre el concepto de “Moratoria”

El concepto de moratoria psicosocial fue creado por Erik Erikson alrededor de los años 60. Erikson definió “moratoria” como aquella experimentación que realizamos los seres humanos en ciertos momentos de la vida, en los que nuestro entorno comprende que estamos probando nuestra relación e interacción con el medio que nos rodea y, por ende, nos permite la posibilidad de equivocarnos, sin que ese error suponga pagar el precio real que tiene en la vida misma.

En este sentido, explica el autor, moratoria influye profundamente en el proceso de construcción identitaria de las personas. Poseer marcos en los que jóvenes disfrutan de moratoria, permite el acceso a vivencias y oportunidades que facilitaran la constante evolución y mejora. Permite, volviendo a la metáfora que usamos anteriormente, adquirir herramientas, conocimientos y habilidades para aprender a saltar bien.

Sobre el lugar de la Tnua como marco de Moratoria

En su artículo “El código de la informalidad”, el Profesor Reuven Kahane, enumera y describe ciertas características que tienen organizaciones juveniles que intentan brindar significado a sus integrantes. Uno de los conceptos que menciona, es el de moratoria, definiéndola como la “postergación temporal de deberes y decisiones que permite la experimentación y el error dentro de amplios espacios institucionales” (Kahane, 1997).

Claro está que, dentro de este tipo de organizaciones juveniles podemos mencionar a la Tnua. La Tnua es en muchos sentidos y momentos, una plataforma especialmente diseñada para que quienes forman parte de ella, puedan “aprender haciendo” en diferentes áreas y temas de su interés como lo son administración, cultura, deporte, tesorería, marketing & comunicación y educación. Así es como, quienes pasan por la Tnua, reciben la posibilidad de probar sus talentos, descubrir su potencial, explorar sus intereses, satisfacer su curiosidad, todo esto, mientras van dando forma y consolidando su propia identidad. En otras palabras, la Tnua ofrece un espacio seguro en el cual ganar experiencia sin exponernos a grandes peligros en el proceso.

Sobre la diferencia entre experiencia y experimento.

Sin lugar a dudas, tener la posibilidad de ganar experiencia es algo fantástico. Es un privilegio que no muchos tienen. Sin embargo, es muy importante no confundir dentro del concepto de moratoria “experiencia” con “experimento”. Mientras que experiencia es el aprendizaje que adquirimos a partir de una vivencia que hemos atravesado, “experimento” se refiere a una prueba que supone realizar una acción bajo ciertas condiciones para observar su resultado. Mientras que la experiencia se basa en el entendimiento de que como educador tenemos una enorme responsabilidad entre nuestras manos a la hora de actuar (tanto dentro como fuera de la Tnua), el experimento se desliga del compromiso y de la obligación de nuestra tarea educativa, pues en el centro de la atención ya no esta nuestro educando, sino la intención de probarnos a nosotros mismos y a los resultados que podemos alcanzar, sin importar las consecuencias.

En este sentido, cuando usamos la moratoria para ganar experiencia, no lo hacemos desde la ignorancia o la mera intuición, sino que lo hacemos actuando en base a conocimientos, habilidades, destrezas que hemos adquirido y nos otorgan el derecho a actuar y el derecho a educar.  Todo lo que hagamos sin tener en cuenta este principio es puro experimento. Experimentar con nuestros janijim y janijot en el jeder de peula, con los recursos humanos y materiales de la Tnua no solo que no es ético ni moral, tampoco es justo ni productivo.

A modo de conclusión

La moratoria tnuatit es uno de los componentes más significativos con el que contamos dentro de las Tnuot Noar. Tanto a nivel ideológico como a nivel pedagógico, la moratoria nos permite poner en practica muchas de las ideas, valores y principios en los que creemos ya desde la niñez y la adolescencia. Esto sin dudas, influye de manera positiva en la construcción y consolidación identitaria de nuestros javerim y javerot en la Tnua.

De esta manera, la Tnua se convierte en uno de los marcos educativos más significativos, relevantes y efectivos con los que ellos cuentan, pues el mensaje que transmitimos a nuestros jóvenes es que, es posible aportar a la comunidad, a la sociedad, a Am y Medinat Israel y al mundo mismo también, pero para eso no hace falta esperar a ser adultos. Es posible empezar desde ahora, cada uno desde su lugar, incluso si su primer intento no es del todo exitoso.

La Tnua es la plataforma que nos permite ganar la experiencia, las habilidades y la confianza suficiente necesaria, para que cuando estemos listos, demos ese gran salto que nos permita, arriesgar y ganar también.  

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