SHMOT: LA VALENTÍA DE CUESTIONAR LO ESTABLECIDO

question mark on chalk board

Romi Morales

En la parasha Shmot se narra el dramático pasaje de la familia de Yaacov hasta convertirse en una nación. Al ver el creciente aumento de los israelitas, se despierta la preocupación del nuevo Faraón, quien ve en ellos una amenaza a la estabilidad de su reino. Regido por el miedo, Paró ordenará una cruel solución: arrojar al río a todos los varones recién nacidos. Inmersos en este contexto de opresión y temor, hay quienes deberán enfrentarse al dilema de hacer lo que se les ordena o hacer lo que creen que es correcto. En este artículo veremos el ejemplo de algunas personas que se animaron a cuestionar las normas impuestas y eligieron rebelarse contra la injusticia. Sus historias de valentía son las que nos impulsan hoy a cuestionarnos ¿Defendemos nuestros valores cuando estos contradicen las normas establecidas? ¿educamos para que nuestros jovenes se levanten contra la injusticia? Estas preguntas centrales de nuestra práctica educativa exploraremos a continuación.

Shifra y Pua

Arrastrado por el miedo de perder su poder, Paró da la orden de arrojar a los bebés varones al río. Sin embargo, dos dulas hebreas llamadas Shifra y Púa, en un acto de rebeldía cargado de justicia e integridad deciden desafiar al Faraón, dejando con vida a muchos recién nacidos. Con esta acción ellas no sólo salvan vidas inocentes, sino que, además, traen esperanza en una época de mucho dolor. Elegir arriesgar la propia vida, por salvar la de los demás, especialmente cuando estos están en una situación de vulnerabilidad, pasará a ser a partir de este momento, un patrón mucho más presente en nuestras fuentes. Sin ir mucho mas lejos, solo en esta parasha veremos por lo menos cinco momentos en los que los personajes deciden hacer lo correcto, incluso si eso los expone a pagar un alto precio personal por ello. Actuar en base a la justicia y a la integridad, es lo que llevará a muchas personas a lo largo de la historia a elegir la “obediencia de vida” en lugar de la “obediencia debida[1].

La justicia e integridad también se encuentran profundamente enraizadas en nuestra cosmovisión y en nuestra concepción filosófica de la educación.  Sobre ellos se sostiene el ideal de mundo que soñamos y la visón del modo adecuado en qué debemos actuar para alcanzarlo. A través del constante estudio de los valores que nos define como movimiento (y a nivel personal) contribuimos a que nuestros jóvenes aprendan a ser capaces de elegir y actuar bajo estos principios para garantizar una vida digna para todos, como hicieron Shifrá y Pua. Aprender a definir la propia canasta de valores, ponerla en acción en todos los ámbitos de la vida cotidiana y actuar con coherencia y autenticidad frente a intereses pasajeros es uno de los desafíos más grandes de la educación para el futuro. Y, en ese contexto, la Tnua es la plataforma ultimativa para garantizar dichos aprendizajes.   

Yojevet y Miriam

Yojevet conoce la orden de Paró, pero se rehúsa a ser parte del macabro plan. Durante varios meses, esconde a su bebé y sólo cuando el peligro aumenta, decide ponerlo en una canastita en el Nilo. Miriam, su hija, estará cerca de la orilla hasta que el bebé llegue sano y salvo a manos de alguien de buen corazón. Batya, la hija de Paró, es quien rescatará a Moshe del río.

Tanto Yojevet como Miriam podrían haber aceptado su trágico destino y acatar las ordenes, por más crueles y dolorosas que fueran. Sin embargo, ambas asumieron una actitud proactiva para resolver la situación de la mejor manera posible. Los mismos valores y actitudes que vemos en estas mujeres son los que definen la esencia misma de lo que entendemos por Movimiento Juvenil. Elegir ser parte de la solución y no meramente denunciar las injusticias o problemas, es lo que caracteriza la educación en la que nos hemos basado durante nuestros primeros 100 años de historia y sobre la que elegimos educar los años que vendrán. De ahí que para nosotros: El movimiento juvenil, responsable de su papel, no se contenta con asumir una posición de crítica estéril: conduce a sus janijim en el sendero de la creatividad y la acción. Esto se traduce en tomar desafíos en un mundo cambiante y dinámico con la responsabilidad que tenemos como entidad educativa y formativa.[2]

Batya y sus nodrizas

Batya, la hija de Paró elige no seguir las ordenes de su padre. Actúa de manera benevolente con el pequeño bebé hebreo cuando lo rescata del río, y además se asegura de que crezca sano y fuerte, nada mas y nada menos que adoptándolo y haciéndolo parte de su propia familia, la familia real. Pero ¿Qué sería de nuestra historia si Batya no hubiese tenido el valor de desafiar el mandato de su padre? Su acto nos recuerda que cuestionar lo establecido puede cambiar el destino de generaciones.

Batya es el antecedente más antiguo de lo que hoy llamaríamos “Justos entre las naciones”, pues cumple con los tres criterios necesarios: no era hebrea, puso su propia vida en peligro y salvo al menos la vida de un miembro de nuestro pueblo.

El ejemplo de Batya nos muestra que educar para el desarrollo del pensamiento crítico es esencial si queremos entregar a nuestros jóvenes herramientas relevantes para navegar en el mundo de hoy en día y a futuro. De ahí que:Nuestro sendero educativo ve como fundamental el hecho de mostrar las distintas posturas, visiones y perspectivas de los dilemas que pueda surgir en la realidad. Por eso, nuestra educación hace hincapié en los procesos de pensamiento, duda, acción, aprendizaje y toma de decisiones. Nuestra meta es el desarrollo de horizontes, inteligencias, como así también, pensamiento autónomo y crítico.[3] A través de nuestra práctica educativa, regalamos a nuestros janijim y janijot la posibilidad de dudar, cuestionar, preguntar y (re)aprender constantemente. Fomentamos una postura curiosa frente a la vida que contribuya a romper aquellos paradigmas que lastiman a ellos y o a Otros. En un mundo de verdades artificiales, educamos para que nuestros jóvenes construyan sus propias verdades, pues sólo así podrán ser los auténticos creadores de sus propios destinos.

A modo de conclusión

Parashat Shmot muestra ejemplos de personas que eligieron ir contra la corriente, siendo fieles a sus propios valores, ideas y principios. Si bien es cierto que el discurso genera realidad, en esta parashá aprendemos que a veces no es suficiente con denunciar las injusticias; para hacer cambios profundos debemos actuar en base a aquello en lo que tanto creemos y queremos. Especialmente en momentos de profunda oscuridad, nuestro ejemplo puede ser el faro de luz que otros necesitan ver para sumarse a nuestro camino. Desde hace 100 años inspiramos a educar con el ejemplo personal actuando con justicia, responsabilidad y pensamiento crítico, incluso (o especialmente) frente a la adversidad. Desde el comienzo de nuestra historia como movimiento juvenil elegimos formar generaciones de jóvenes que cuestionan lo establecido, defienden lo justo y sueñan con un mundo mejor. Estamos profundamente orgullosos de saber que es a través de la educación que ofrecemos en nuestros kenim que nuestros jóvenes llegan a convertirse en los lideres que las Tnuot y el mundo tanto necesitan.


[1] La obediencia debida, también llamada obediencia jerárquica, es una situación social en la cual una persona o un grupo de personas tiene la obligación jurídica de obedecer a otra persona. Frente a esta, se planta la obediencia de vida para referir a una situación en la cual esa obligación jurídica contradice el orden moral de la persona particular y, por ende, es cancelada.

[2] Darkenu, pág.18.

[3] Idem.

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