Sergio Edelstein

El comienzo del año en el calendario hebreo fue denominado de una manera particular. No año nuevo, sino cabeza del año. Interpretamos esto, como que el comienzo del año se enfoca en la característica esencial del ser humano, pensar; y este es justamente el mensaje que la sabiduría judía quiere transmitirnos. Pensamiento va en conjunto con la libertad, dado que, para ser una persona pensante, debemos ser libres, no solo físicamente, sino y en
especial, espiritualmente.

En el pasado, no era el comienzo del año en el mes de Tishrei, sino el mes de Nisan. Esto lo podemos relacionar con el significado especial del valor de la libertad en el mensaje universal del pueblo judío: comenzar el año, el ciclo anual, con el recuerdo del comienzo de nuestra libertad física y de conciencia, al salir de la esclavitud. Y así, como en Nisan comienza un ciclo crítico en la consolidación del pueblo judío, también la elección de Tishrei comienza uno, no menos significativo. Tishrei comienza un ciclo en donde el ser humano se reevalúa por un momento sus acciones, pensamientos, inquietudes, desafíos y errores.

Desde el principio del nuevo ciclo en Rosh Hashana, ya a los diez días, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre estos conceptos y pedir perdón, retractarnos y tener la predisposición de mejorar. Y en la tradición judía, no hay acción más noble que pedir perdón, ante todo y principalmente, a nuestro amigo. Según las fuentes judías, hasta que no recibamos el consentimiento de perdón de un amigo, no recibiremos perdón de otro tipo.

Nuestra rica historia, está plasmada por hechos que la definen y la caracterizan. Lamentable y usualmente, muchos de nosotros lo vemos bajo el prisma de las tragedias que ha sufrido el pueblo judío. Pero podemos hacerlo también -y en especial debemos hacerlo- , con el prisma que reúne la creación judía, la inteligencia producto de la educación constante, el pensamiento y el dialogo, el progreso y tenacidad, la solidaridad y benevolencia. Todas estas, características que moldearon nuestro legado, más allá de las inclemencias que sufrimos.

En forma constante e ininterrumpida el pueblo judío sabe de ciclos de creación, desde los pensamientos e ideales de Abraham, Ytzjak y Yahakov, pasando por Amos y Ezequiel, enriquecidos con la sabiduría del Rambam, Espinoza y Ben Yehuda y la escritura de Buber, Bialik o Grosman; la inteligencia y aporte al progreso de la humanidad de Einstein, Ionat y Levit. Y en nuestros días, también los emprendedores que crean e innovan día a día, en bien de todos los seres humanos, en la tecnología, ciencias y en particular la medicina. Todos ellos y miles más, enriquecen nuestro legado y aportan solidariamente a toda la humanidad.

El ciclo constante de fortalecimiento de nuestro pueblo no puede de ninguna forma detenerse por factores circunstanciales que se puedan dar, fruto de infortunas decisiones, pensamientos o intereses. Es justamente el dialogo constante, la libertad de ideas y respeto al otro, el mosaico creado por la discusión y el convencimiento, los que supieron durante la cadena de generaciones, unir a todas las partes del pueblo judío.

Sepamos en este nuevo ciclo, ser críticos y libres de fortalecer y unir, en lugar de separar y segregar. ¡Es nuestra responsabilidad! Jag Sameaj!

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