Por: Eitan Embon
Rosh Jinuj Hanoar Hatzioni B’Argentina
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“Porque el Hombre es un árbol del campo” (Deuteronomio 20:19).
La Torá declara: “Porque el hombre es un árbol del campo” (Deuteronomio 20:19). El árbol tiene raíces que por lo general lo aferran al suelo de donde emergió. Este sabe bien de donde vino y de allí se nutre para lograr su objetivo. El árbol tiene una meta clara desde el principio, cuando nace. Esta es su razón de ser: llegar a lo más alto en el cielo, emerger a la luz, expandirse a traves de sus ramas y trasceder a partir de las nuevas semillas que dará.
En la tnuá educamos para conocer, fortalecer y perpetuar las raíces de nuestra ascendencia, de nuestro judaísmo. De ella nos nutrimos para tener una senda que es clara y personal, aunque también compleja y colectiva. Esta cualidad de definir una vision auotoinducida, y plantearnos metas a las que llegar, es lo que nos diferencia como Tnua de otros entes educativos.
Asi como el árbol que pretende un destino desde el inicio, tambien lo hace nuestro movimiento educativo. Este tiene bien abrazada su base a su orígen, sus fuentes que lo nutrieron, nunca desprende de allí sus raíces para alcanzar su destino, que al final de cuenta, es al mismo tiempo “nuestro”.
¡Jag Tu B’shvat sameaj!