Por: Dani Rapp
La entidad de la ONU conocida como ONU Mujeres es un organismo de la Organización de las Naciones Unidas destinada a fomentar el empoderamiento de la mujer y la igualdad de género.
Si observamos las estadísticas[1] que esta entidad produce nos encontramos con que, a nivel mundial, el 35 por ciento de las mujeres ha experimentado alguna vez violencia física o sexual por parte de su pareja íntima, o violencia sexual por parte de una persona que no es su pareja. Esta cifra no incluye el acoso sexual. 137 mujeres son asesinadas por un miembro de su familia todos los días. Se estima que de las 87.000 mujeres que fueron asesinadas intencionalmente en 2017 en todo el mundo, más de la mitad (50.000) fueron asesinadas por parejas íntimas o familiares. Más de un tercio (30.000) de las mujeres asesinadas intencionalmente en 2017 fueron asesinadas por su pareja íntima actual o anterior. Durante la pandemia de COVID-19, las llamadas a las líneas de ayuda se han quintuplicado en algunos países como consecuencia del aumento de las tasas de violencia infligida por la pareja íntima. El movimiento restringido, el aislamiento social y la inseguridad económica han aumentado (y lo siguen haciendo) la vulnerabilidad de las mujeres a la violencia en el hogar en todo el mundo. En este sentido, hacia septiembre de 2020, 48 países integraron la prevención y la respuesta a la violencia contra las mujeres y las niñas en los planes de respuesta al COVID-19, y 121 países adoptaron medidas para fortalecer los servicios para las mujeres sobrevivientes de la violencia durante la crisis mundial. Si tomamos el caso de Israel[2] y la temática de sentirse seguro/a cuando se camina de la calle, 85% de los hombres respondieron que sí, mientras que, dentro de las mujeres, solo un 65% pudieron afirmar lo mismo. En cuanto a femicidios, en Israel son asesinadas un promedio de 20 mujeres, mientras que en 2020 y producto también del COVID, ya son 24[3]. Una conclusión que podemos sacar de esta descripción y aumento de cifras es que la violencia ejercida hacia las mujeres, se trata de una violencia estructural y que en momentos de crisis lo único que hace es incrementarse.
Diversos movimientos en la actualidad denuncian estas cifras con reclamos contundentes en contra de la violencia de género hacia las mujeres: el movimiento #MeToo iniciado por las actrices de Hollywood en 2019, a través del cual decidieron ponerle fin al silencio cómplice que avalaba la violencia machista en el espacio de producción cinematográfica más influyente del último y del presente siglo; el Día Internacional de la Mujer convertido desde el año 2017 en Paro Internacional de Mujeres bajo el lema “Si nuestros cuerpos no valen, produzcan sin nosotras” reclamando la ausencia de responsabilidad de los Estados sobre el asesinato y la violencia económica hacia las mujeres; las marchas que convocan miles y miles de mujeres y lgbt+ a lo largo del mundo bajo el lema “Ni una (mujer) menos”.
Podríamos ubicar estas movilizaciones y movimientos en lo que se llama la Tercera o Cuarta Ola del Feminismo, dependiendo de la teoría[4]. Y si hablamos de Olas, podríamos afirmar que cada una de las olas del feminismo que sucedieron se levantaron en contra de la violencia hacia las mujeres: luchar por acceder al derecho a votar y ser votadas, por educar y ser educadas, luchar por caminar libres por las calles, pelear por acceder a derechos reproductivos como las pastillas anticonceptivas, luchar por desarticular la asociación directa entre sexo y género y los estereotipos que le vienen asociados a la misma, pelear por construir un mundo donde cualquier persona pueda establecer vínculos amorosos y que solo importe que se trate de un vínculo cuidado, sano y feliz, luchar por construir un mundo donde cada persona pueda expresar, sentir, vivir su sexualidad de forma libre sin importar su clase social, su religión y su etnia.
En este sentido y leyendo los reclamos de los diversos movimientos feministas, podemos reconocer que existen diversos tipos de violencia y si bien al principio del artículo recordamos mayoritariamente cifras de violencia física e incluso de asesinato, podemos entender que las agresiones físicas son la punta del iceberg (Ver imagen adjunta). Las violencias pueden ser explícitas o aparecer de formar sutiles, pueden ser una palabra, una mirada, un gesto, pasar a ser una prohibición, un cortejo, un planteo, un problema, un empujón, una cachetada, un golpe. Las violencias son múltiples. Y de este modo, como la Familia de Tnuot Noar que somos no podemos ser ajenos ni ajenas a su existencia.
Todos estos movimientos, acciones, movilizaciones, estadísticas y situaciones suceden en los países que trabajamos. Nos interpelan como sujetxs en mayor o menor medida, directa o indirectamente. Como Tnuot Noar judías y sionistas estamos obligados y obligadas a formarnos, tomar postura sobre lo que acontece en el mundo, generar espacios de reflexión, escuchar lo que sucede en nuestro kenim y actuar al respecto. Son nuestros Kenim el lugar para empezar a desarticular el Iceberg de la Violencia de género y hacia las mujeres- Seamos el fuego que derrita el Iceberg.
[1] Para leer más cifras, consultar en https://www.unwomen.org/en/what-we-do/ending-violence-against-women/facts-and-figures
[2] Para más referencias de Israel, ver https://www.yodaat.org/en/ https://genderindex.vanleer.org.il/en/
[3] https://www.facebook.com/HerMemorial/posts/612638249174574/
[4]Para leer sobre las olas del feminismo: https://ieg.ua.es/es/documentos/boletines-2015/boletin-7/las-olas-del-feminismo.pdf