(Extractos de una Conferencia en el Comité Político del Movimiento)
El Significado de los Acuerdos de Marco a Nuestro Modo de Ver
No somos un movimiento politico; pero tenemos valores que nos dictan hacer referencia a diversos acontecimientos y apariciones públicas y políticas sobre las cuales debemos dar nuestra opinion y expresar nuestra referencia especial, para participar en la lucha que abarca muchos círculos y estratos en la arena pública y también para llenar los marcos de nuestro movimiento de un contenido adicional y verdadero.
Y ello es importante principalmente para nuestro movimiento juvenil en la diáspora, para la capa dirigente y adulta y para los enviados del movimiento, con el fin de guiarlos en la visión de los problemas según nuestra perspectiva sionista y social.
El tema en discusión esta vez son los acuerdos de Camp David.
…Y aquí debo poner énfasis: no existe ningún monopolio sobre las aspiraciones de paz, ni de la izquierda, ni de la derecha, ni del centro. El pueblo de Israel y el individuo en Israel desean la paz con todo su ser. Un pueblo que ha sido azotado por tantos desastres, guerras y males, guarda en su corazón tan sólo un deseo sincero: llegar a la paz.
Por ello, la oposición o crítica a los acuerdos de marco, a la aceptación del principio de desmantelamiento de asentamientos, a una preparación distinta de fronteras defendibles, a la existencia de un régimen de autonomía futura en Yehudá, Shomrón y Aza, la crítica y oposición a la estrategia política y militar de los dirigentes del pueblo, no debe generar reacciones demagógicas estilo: “yo quiero paz” o “el choque de la paz interfiere con tu visión”, etc. Usted queda como patriota y hombre de paz también cuando expresa una protesta fuerte, cuando no concuerda con el sendero por el cual avanza el gobierno y por el cual desea llevar al pueblo, especialmente en este sensible plano denominado: paz con nuestros vecinos.
Mi crítica básica o mi tesis es que el propósito del sionismo es la existencia del pueblo de Israel en el estado de Israel, en el estado de los judíos. Porque en esta época los judíos pueden vivir en paz en la mayoría de los países del mundo, sin tener que asumir el sufrimiento de la emigración y las dificultades de adaptación que ésta involucra.
Es más: pudo conseguirse paz con los árabes en la época de los acontecimientos de sangre (antes de la Segunda Guerra Mundial) si el asentamiento (yshuv) judío hubiera asumido la interrupción de la aliá y del asentamiento, o hubiera aceptado el Plan Morrison de división del terreno en un número de parcelas o cantones. Empero, la aspiración y la meta eran la concentración del pueblo de Israel en la tierra de Israel a fin de salvaguardar la existencia física nacional, y por ello se rechazaron todos los planes que debían conseguir paz para el territorio pero que anularían la visión central del sionismo: la existencia del pueblo, literalmente.
…La cuestión es si los acuerdos de marco conseguirán una paz que es en escencia un elemento sólido para el aseguramiento nuestra existencia, o si quizá contienen elementos que contradicen totalmente la seguridad de nuestro futuro. Por ello, la pregunta no se presenta como un deseo o rechazo de la paz, dado que el ideal del país y del pueblo desde el comienzo del asentamiento en Israel fue y es una paz verdadera con nuestros vecinos. La pregunta es totalmente distinta: lo que se ofrece en los acuerdos ¿asegurará nuestra existencia por una generación, por dos o por ninguna? O más exactamente: lo propuesto en los acuerdos ¿no aproxima la eliminación de nuestra existencia etapa por etapa hasta la creación de una situación ideal para un fin trágico y definitivo? Como dijo el Prof. Klausner: “No está escrito en las escrituras sagradas que el Tercer Templo se establecerá para siempre”.
Respecto a Yehudá, Shomrón y Aza, la autonomía propuesta en su formato nuevo es, primero, el camino hacia el estado palestino, y no es necesario elaborar porque incluso los que aceptan el acuerdo han indicado este peligro que se contempla en el tipo de autonomía que es muy similar – análoga – al asentamiento hebreo en la época del mandato, que creció del hogar nacional judío y se convirtió en un estado soberano. En los últimos 10-11 años ha ocurrido una radicalización entre los árabes de Yehudá y Shomrón (a propósito, también entre los árabes israelíes) y de los palestinos fuera de los territorios. La disconformidad con la conquista israelí y también con la dinastía Hashemita ha ido creciendo. Es más: en algún momento pensamos, el Reino de Jordania podría convertirse en un gran país palestino bajo amparo de la Unión de Repúblicas Soviéticas y en una fuente de intranquilidad para todo el Medio Oriente, no por el odio de los rusos hacia el Estado de Israel (aunque ello tampoco falta en el déposito de sentimientos del país del socialismo pervertido) sino por un interés global de inflamar eventos en diferentes partes del mundo como parte de su lucha contínua para conseguir la influencia máxima en diversas areas esenciales para sus intereses.
Aquellos que alegan y creen que la paz tiene una dinámica propia no deben ignorar la dinámica que mencioné acerca del núcleo del cual surgió nuestra independencia total.
Un estado palestino en Yehudá y Shomrón – es el fin a una frontera de seguridad auténtica, fin a la estadía de Zahal en puntos estratégicos esenciales para la defensa de nuestro país. La autonomía propuesta conducirá al final del camino al establecimiento de ese mismo país que todos negamos en el pasado. Y también el acuerdo de Sinai es una “garantía” de nuestro abandono definitivo – en su momento y con “ayuda” de los Estados Unidos – de la ribera occidental y probablemente también del Valle de Yardén. Y quién sabe cuál será el destino del Golán – que según Dayan y otros, no pertenece del todo a la “herencia de nuestros padres”…