PERSEVERANCIA O NECEDAD: LECCIONES DE LIDERAZGO PARA EDUCADORES.

Romi Morales

Vaerá relata el proceso que sucede entre que Dios reafirma a Moshe su intención de redimir a Am Israel de la esclavitud en Egipto y los primeros pasos que se suceden para concretar esta misión. Después de las siete primeras plagas y frente a cada una de ellas, vemos la postura inquebrantable de Paró, quien, a pesar de ver los daños a su alrededor, se rehúsa a dejar en libertad a los israelitas. Un refrán muy conocido dice: Persevera, persevera y triunfarás. Sin embargo, en esta parashá vemos como el faraón intenta aferrarse a su decisión, pero, en contraposición a lo esperado, no solo no tiene grandes éxitos, sino que pierde él y todos a su alrededor. De ahí que valga la pena preguntarnos: ¿Por qué la persistencia a Paró lo lleva al fracaso? Y en contraposición: ¿Por qué a Moshé lo lleva al éxito? Sobre la delgada línea que separa a la perseverancia de la necedad y las lecciones para lideres y educadores hablaremos a continuación. ¡Empezamos!

¿Ejemplo de qué es Paró?

En Vaerá (Éxodo 6:2–9:35), se muestra en mayor profundidad la figura y personalidad del Faraón. En esta parashá vemos como el líder máximo de Egipto se enfrenta a varias pruebas del poder de Dios, plasmadas en las plagas que azotan tanto a su gente como a sí mismo. En varias oportunidades se dirá que el Faraón tiene el corazón endurecido, motivo por el cuál persistirá en su negativa de liberar a los israelitas. Vemos también un Paró que es incapaz de aprender de la realidad en la que está inmerso: si bien en varias oportunidades parecería estar dispuesto a ceder, aun así, al final de cuentas termina retrocediendo en sus decisiones mostrando su intransigencia y poca flexibilidad. Probablemente sean dos los motivos centrales que lo llevan a actuar de esta manera. En primer lugar, el orgullo desmedido, es decir, la incapacidad de aceptar que hay un poder superior al suyo, alguien o algo mejor que él. Segundo, una profunda desconexión de la realidad que lo lleva a evaluar de manera incorrecta los eventos, sus consecuencias y a aferrarse aun más a su posición de poder. En base a esta descripción podemos decir que, la actitud de Paró no es de perseverancia, sino de necedad. Con este concepto nos referimos a la obstinación irracional, donde una persona persiste en sus ideas o acciones a pesar de contar con evidencia clara que indica que están equivocadas o son perjudiciales. Las características de la necedad incluyen: rechazo al aprendizaje o la reflexión, falta de flexibilidad para adaptarse a nuevas circunstancias, orgullo o ego que impide reconocer errores y una clara tendencia a tomar decisiones impulsivas o basadas en prejuicios.

Para liderar procesos educativos, es fundamental tener una visión clara de qué significa educar, cuáles son los métodos adecuados, qué lugar tiene el Otro y cómo el conocimiento se construye en este vínculo de aprendiseñar. Esta concepción filosófica de educación funcionará como una brújula, orientando la actitud y la acción de las personas que enseñan y aprenden. Para quienes comparten una concepción filosófica de la educación humanista, en al cuál se ubica al ser humano en el centro del proceso educativo, quien tiene la intención de educar no puede actuar desde la necedad. El entendimiento de que educar supone el aprendizaje constante de todo y de todos, es lo que impulsará a optar una postura más flexible dejando de lado todo indicio de ego o juegos de poder. Esto es lo que permitirá educar en base a procesos que contemplan a las personas de manera auténtica y no a las que creemos conocer a partir de los prejuicios y estigmas que hemos adquirido con el tiempo.

¿Ejemplo de qué es Moshe?

Por el otro lado, vemos como actúa Moshe. Aun cuando se enfrenta una tras otra vez al rechazo del Faraón (y a veces también de su propio pueblo), él sigue adelante con la tarea de liberar al pueblo de Israel. A lo largo de las plagas, Moshe no aspira a “jugar sólo” para llevarse el crédito en caso de que el plan salga bien, sino que responde a las instrucciones de Dios, ajustándose a los cambios de la situación. Aquí no hay ego. Hay un profundo entendimiento de que cada una de las partes en este proceso es importante y necesaria para el éxito de la misión. Probablemente dos sean los motivos principales que lo empujan a actuar de esta manera. Primero, Moshe confía en la promesa de la redención, porque es un fiel defensor de los derechos de los más débiles, especialmente en situaciones violentas de clara injusticia. Segundo, su objetivo no es personal. El motor que lo impulsa a la acción es el entendimiento de que hay un pueblo esclavo que merece su libertad. En otras palabras, Moshe actúa desde y por el bien común más que desde o por la comodidad personal.

En este sentido, podemos decir que Moshe si actúa con perseverancia, pues perseverar es tener la capacidad de mantener el esfuerzo y la determinación frente a obstáculos o desafíos, especialmente cuando el objetivo es valioso y justificado. Las características de la perseverancia incluyen motivación interna y claridad en los objetivos, resiliencia ante el fracaso o la adversidad, capacidad de aprender y mejorar a lo largo del proceso y compromiso con valores o ideales significativos.

Educar con perseverancia, supone comprometerse con los valores, ideas y principios de nuestros movimientos, mientras se adaptan las metodologías a las necesidades cambiantes de los janijim y de la sociedad. Actuar con necedad, por otro lado, sería aferrarse a formas de trabajo que no logran conectar con la generación actual, solo porque «siempre se ha hecho así». Un madrij perseverante piensa en el bienestar del grupo, incluso si eso implica ceder o trabajar más. Un madrij necio podría priorizar su comodidad, su prestigio o evitar salir de su zona de confort. Perseverancia en educación también implica saber escuchar a los janijim y janijot y adaptar las actividades según sus necesidades e intereses. Educar desde la necedad sería imponer ideas o actividades sin considerar el contexto o las opiniones del grupo, lo que puede desconectarlos del mensaje educativo. Elegir no renunciar al proceso educativo y principalmente a quienes forman parte de él, no es sencillo. Sin embargo, es esencial. Quien desea educar, sabe que los procesos educativos no siempre muestran los resultados de manera instantánea, e incluso a veces supone ver en nuestros grupos, exactamente lo opuesto a lo que deseábamos alcanzar. Esto puede generar a veces confusión o frustración. Pero, así como Moshe continuó a pesar de las dificultades iniciales, los madrijim y madrijot deben recordar que su trabajo tiene un impacto profundo, aunque no siempre sea inmediato.

A modo de conclusión

Las figuras de Moshe y Paró nos muestran dos tipos de lideres: uno perseverante y otro necio. El líder perseverante inspira, motiva, esta dispuesto a aprender y crecer y, por ende, es positivo para quienes lo acompañan. Por el otro lado, el líder necio esta (pre)ocupado en cuidar su ego. Por ello tiende a perder la conexión con su misión, su gente, volviéndolo toxico y perjudicial.

Al educar, asumimos el liderazgo de los procesos formativos y, por ende, debemos conocer la delgada línea que separa la necedad de la perseverancia. En tan difícil pero fascinante tarea, nuestro éxito dependerá en gran medida en combinar humildad, visión clara y disposición para adaptarnos. Nuestro éxito dependerá en gran medida, en adoptar una actitud perseverante, que nos permita superar los desafíos más difíciles que puedan surgir, para así contribuir a que cada janija o janij, pueda desde la libertad, construir la mejor versión de si mismo, para sí y para quienes le rodean.

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