Nuestros kibutzim en la actualidad

Por: Reportaje a Arie Edelheit

Sección: Jaluziut


P: Shalom, Arie .El tema de este reportaje son nuestros kibutzim. Quisiéramos saber
un poco más sobre lo que pasa por allá.
R: Shalom. Con todo gusto. Creo que es un tema complejo e interesante .Adelante.
P :¿Cómo es que el Hanoar Hatzioní tiene “sus” propios kibutzim?
R: La hitiashvut (colonización) fue, en la época anterior a la creación del Estado de
Israel, un acto eminentemente tnuatí. Cada tendencia ideológica desarrolló – además
de su movimiento educativo y su propia representación política – también su
organización colonizadora.
En los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, cuando el HH en Europa
estaba en su apogeo, los javerim del Movimiento en diversos países solían organizarse
en grupos (garinim) cuya meta era la aliá (ilegal, por lo general) a Eretz Israel y la
creación de un kibutz, que era el sistema de vida más apropiado para nuestros
“jalutzim” de ese entonces. Los mismos métodos fueron asumidos por el Hanoar
Hatzióní Latinoamericano, que erigió en 1949 su primer kibutz, Ein Hashloshá.
P :¿Y había diferencias entre los kibutzim del Hanoar Hatzioní y los de otros
movimientos?
R: No en la práctica, mas sí en la concepción ideológica. El Hashomer Hatzair – por
ejemplo – con sus características socialistas revolucionarias, veía al kibutz como una
importante célula dentro de la lucha de clases. En cambio, los jalutzim del Hanoar
Hatzioní vieron al kibutz como una herramienta, un medio para lograr las metas de su
concepción sionista: la colonización del país, la dispersión de la población rural judía
y la erección de un estado judío independiente.
Las diferencias existieron básicamente en el terreno ideológico. Grandes discusiones
se desarrollaban en torno a la utilización de símbolos clasistas, como la erección de
banderas rojas y los festejos del Primero de Mayo. Pero en vida diaria, nunca
hubieron grandes diferencias.
P :¿Qué sucede hoy en día? ¿Aún existe una organización independiente de nuestros
kibutzim?
R: Hoy en día, por suerte, la mayoría de las diferencias ideológicas fueron puestas a
un lado. Hasta la década del 60’ mantuvimos una organización independiente (Brit
Kibutzey Hanoar Hatzioní) que se fusionó luego dentro del Takam, quien a su vez se
unió el año pasado con el Kibutz Artzí. En la actualidad, todos los kibutzim están
afiliados al Movimiento Kibutziano (HaTnua HaKibutzit). De acuerdo a un arreglo
que hemos firmado, los kibutzim del Hanoar Hatzioní mantienen dentro de la Tnuá
Kibutzit su independencia en el campo ideológico y educativo. Para ello, hemos
creado hace unos años una asociación propia de los kibutzim del HH llamada
“Shdemot Hanoar Hatzioní”, que tiene como misión básica en sus estatutos el apoyo a
la actividad educativa del Hanoar Hatzioní Mundial.

P :¿Cuál es hoy en día la situación de nuestros kibutzim?

R: La respuesta es compleja. La situación en cada kibutz es diferente. Y ello depende
de diversos factores: el económico, el sociológico, el generacional, el geográfico.
Nuestros kibutzim no son distintos al resto, y en la mayoría de ellos estamos viviendo
procesos muy complejos durante la última década. O incluso las dos últimas décadas.
P :¿Podrías ser más explícito?
R: Trataré,aunque es un poco largo. ¿Tengo lugar?
P: Sí, por supuesto…
R: Durante más de medio siglo el kibutz fué visto, tanto por sus integrantes como por
la población del país – y principalmente por los entes gubernamentales – como uno de
los pilares de la renovada sociedad israelí. El movimiento kibutziano tenía carácter
positivista, sus miembros se voluntarizaban hacia todo lo que el país y la sociedad
emergiente necesitase: la absorción de aliá, la defensa, la lucha para combatir el
desierto, el desarrollo de una agricultura moderna. El concepto de “jalutziut” era claro
tanto para el kibutznik como para la sociedad circundante. Además, la población de
los kibutzim era en gran parte homogénea desde el punto de vista conceptual (a pesar
de las divergencias político-ideológicas de las que hablamos anteriormente). En sus
relaciones “endógenas”, la sigla que regía a sus miembros era la clásica: “cada uno
aporta de acuerdo a sus posibilidades y recibe acorde a sus necesidades”. Ello no fué
demasiado difícil en épocas en que el país se regía por una economía de escasez.
P :¿Y cuándo ocurrió el cambio?
R: El cambio no fué instantáneo. Fué progresivo.
La sociedad israelí – ya desde los años 70’ – comenzó un proceso de “normalización”
del cual toda la población fué parte. Se abrió una brecha sociológica entre el kibutz y
gran parte de la sociedad circundante. También los cambios políticos tuvieron su
efecto. Aún recuerdo el shock que fué para nosotros el escuchar de boca de Menajem
Begin – Primer Ministro y líder del Likud – observaciones sarcásticas respecto de “los
kibutznikim millonarios que se pasan el día en la piscina”. Sus palabras fueron sólo el
reflejo del cambio ocurrido en la apreciación del kibutz en diversos estratos de la
sociedad.
A mediados de la década del 80’ se puso en marcha en Israel un Plan de
Estabilización Económica, destinado a frenar la galopante inflación en que vivía el
país. Las tasas reales de interés ascendieron a la estratósfera. Las consecuencias del
Plan fueron muy positivas para la economía nacional, pero letales para la mayoría de
los organismos del área productiva del país, quienes habían asumido deudas como
consecuencia de sus inversiones en bienes de producción. Muchas empresas
productoras quebraron. Los bancos debieron acudir a la ayuda estatal, que les sirvio
de muletas. Los kibutzim, por su especial status jurídico (no son Sociedades
Anónimas, sino algo así como “Asociaciones Comunales”, que no pueden declararse
en quiebra), vieron cómo en pocos meses sus deudas en moneda local y en divisas se
“inflaron” en forma tal que se transformaron en una carga imposible de cubrir. Y ello
hechó por tierra con años de trabajo y creación.
Pero sería un simplismo echarle la culpa sólo a causas macro-económicas o externas.
A la par de ello (y hay quien opina que“ como consecuencia de ello” ,salió a luz una
de los grandes interrogantes, cuya vigencia existe también en la actualidad: ¿Acaso en
una economía de abundancia es clara/fácil/posible la definición de cuáles son “las posibilidades” y/o “las necesidades” de cada javer en el kibutz? ¿Acaso se puede
delimitar con exactitud qué es lo que puede hacer alguien, o qué es lo que necesita?
P :¿Y entonces?
R: Bueno, a partir de ese entonces – ya hace más de 15 años –el kibutz entró en un
proceso de redefinición. No todos los kibutzim lo hacen al unísono. Mucho depende
de la situación económica de cada kibutz y de la manera en que el liderazgo interno
enfrenta las cosas. Mas la tendencia general es lograr una mayor independencia del
javer, aumentar la asunción de responsabilidad individual por el nivel de vida, otorgar
mayor autonomía económica al kibutznik.
P :¿Y eso resulta fácil?
R: Por supuesto que no… Todo cambio – y aquí enfrentamos un cambio radical – trae
consigo dudas, temores, tensiones. El dar mayor autonomía al individuo despierta
también todo tipo de fantasmas dormidos, como la competencia interna, el temor a la
creación de estratos económicos internos, etc. A pesar de que los procesos de cambio
en cada kibutz se llevan a cabo mediante el uso de votaciones democráticas, a veces
se pueden despertar conflictos difíciles de lidiar. Por ejemplo, en Nitzanim – mi
kibutz – un equipo de javerim fue nominado para traer una propuesta de cambio. Los
parámetros generales fueron aceptados por todos con anterioridad. Pero cuando la
propuesta fue presentada, después de tres arduos años de labor preparatoria, la
mayoría de los miembros de Nitzanim no la aceptó. Y volvimos a fojas cero. Ello
puede dar una idea de la complejidad del asunto….
P :¿Y qué piensas acerca del futuro de tu kibutz?
R: Creo que el camino propuesto es el correcto. Es imprescindible dar y exigir una
mayor autonomía al individuo. Pero es imperioso lograrlo mediante el consenso de los
javerim, y no llegar a algo similar a una “pulseada”. Hace falta una ardua labor de
convencimiento, que exige una extrema inversión de energías. Y no debemos olvidar
que gran parte de nuestras energías están volcadas hoy en día en la consecución de
“parnasá” (sustento), a la vez que el entorno político – la renovación del conflicto
nacional con nuestros vecinos – hace sombra constantemente.
P :¿Entonces?
R: Entonces, como en el pasado, también en el futuro, lo importante es no confundir
medios con metas. Teniendo claro qué es lo que queremos – para nosotros y para las
futuras generaciones – deberemos adecuar las estrategias para lograrlo. La búsqueda
de una sociedad más justa, de relaciones interpersonales más sanas, es interminable.
El kibutz en su versión primera cumplió una función nacional y social de primera
índole. Ahora le llegó el turno al kibutz en su versión más moderna, más estilizada,
más adecuada a los deseos de sus miembros. Y en eso estamos.
No es un camino fácil, pero es el nuestro. Lo elegimos por propia voluntad, en base a
nuestro libre albedrío. Y ello tiene un valor extraordinario.
Publicado en “Noari” – pirsumim Hanoar Hatzioni b’ Argentina – Diciembre 2001.

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