Mi experiencia en Kikar HaJatufim

Por: Iara Litvak, Participante de Shnat Hajshara Tzafon 2023-2024

El día 27 de diciembre, con la Kvutza de Shnat Tzafon tuvimos un Tiul a Tel Aviv en donde hablamos de la historia y la importancia del lugar, la pasamos increíble, paseamos por la ciudad, fuimos al Shuk, vimos el mar y el día no podía ser más lindo.  Para finalizar el día fuimos a “Kikar HaJatufim” (“La Plaza de los Secuestrados”) que está al lado del museo de arte de Tel Aviv.  En este lugar se hace una manifestación constante para que regresen a los rehenes secuestrados el 7 de octubre en el ataque terrorista realiza por Hamas. En la Kikar hay una carpa con las fotos de los rehenes, pinturas, murallas con frases escritas, un semicírculo con espejos, una mesa de Shabbat con asientos para cada una de las personas que no están y ahí se encuentran familias de los rehenes:  amigos, hermanos, madres, padres, nietos, sobrinos o incluso gente que quiere ir como acto de solidaridad y resistencia ante la situación.

Este día conocimos a Ruthy, mamá de Yair y Eitan Horn, dos rehenes que siguen cautivos en Gaza tras 81 días desde el inicio de la guerra.  Eitan fue Sheliaj de Hanoar Hatzioni en Perú, por ello fuimos a hablar específicamente con Ruthy.  Ella nos contó lo que había pasado ese día, cuándo perdió contacto con sus hijos y cómo es la relación de ellos con Amos, el tercer hermano, quien es profesor del Majan de Madrijim. El Majon es una parte central de la capacitación durante Shnat Hajshara.

 A veces con el plan y los lugares a los que vamos, al estar tan alejados de la zona de conflicto se nos olvida el sentimiento inicial que tuvimos el 7 de octubre.  A veces se nos olvida que hay gente que vive el 7 de octubre todos los días.

 Las ganas de llorar, la angustia y el enojo me consumieron desde el momento que pisé Kikar Hajatufim. Con la Tnua pegamos etiquetas con la cara de Editan y Yair pidiendo que los regresen y acabando nos dejaron un tiempo para pasear por el lugar y ver las obras de arte que habían hecho.  En el centro vi dos pianos.  Me senté en uno de ellos y empecé a tocar “Shema Israel Elokai”.  Por un segundo, me olvidé de dónde estaba, me olvidé si había gente viendo y solo pensé en los jatufim, pensé en que les estaba cantando a ellos y al acabar, me volteé y Ruthy estaba ahí viendo, me paré, se acercó a abrazarme y me repetía gracias, gracias, gracias …

 En la Tnua enseñamos hacia el Tikun Olam (reparación del mundo), sobre las buenas acciones y sobre como una persona puede hacer impacto en la sociedad.  Como madrija y janija de Hanoar, ver que lo que ocurre en la Tnua se puede llevar a la vida real incluso en los momentos más oscuros me da confianza de que estamos haciendo lo correcto y que un movimiento como lo es Hanoar Hatzioni es parte del cambio personal y colectivo.

No se trata de hacer lo imposible para ayudar, sino lo posible.  Con acciones que vengan desde la Neshama (alma) se puede hacer un cambio en quien lo necesite en ese momento.  Con un abrazo, una sonrisa o una canción podemos mejorar poco a poco como se vive en una situación tan terrible.

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