Mi experiencia en el entierro de Rose Lubin, Jaielet bodeda.

Por: Yael Wornovitzky

El 9 de noviembre, tuve la oportunidad de ir con el Majón le Madrijim al entierro de Rose Lubin, una jaielet bodeda (una soldada sin familia en Israel, que no tenía la obligación de ir al ejército, sino que llegó desde otro país para hacerlo).

Cuando le conté a mi mamá que iba a ir, ella me dijo que es una iniciativa muy linda y preguntó si también estaban enviando hombres para completar minian, pues creíamos que iba a a haber tan poca gente que no estábamos seguras si llegaríamos a 10 hombres siquiera.

No hay palabras para expresar la sorpresa que me llevé al ver a más de 700 personas reunidas para enterrar a Rose.

Estar en el entierro fue estar rodeada de personas que en su mayoría no conocían a Rose, si no que estaban ahí reunidas para demostrar unión, apoyo y empatía.

Estando ahí, le pregunté a la madrija que nos acompañó: «¿por qué viene tanta gente a este entierro y no al de las demás víctimas de esta guerra?» Ella me contestó que en primer lugar, hay mucha gente que sí va a todos los entierros o a su mayoría y segundo, que la razón por la que tanta gente fue es porque ella era «jaielet bodeda», me dijo que estábamos ahí reunidos para demostrar que un/a judío NUNCA va a estar solo, toda esa gente estaba ahí demostrando que todos los judíos del mundo somos una misma familia, y que cuando uno muere todos estamos de luto. Acabó diciendo que Rose dió su vida para protegernos y ahora le toca a Israel protegerla a ella.

Estar en el entierro fue algo impresionante. Escuché los discursos de la familia directa, de la familia adoptiva que la recibió en Israel, del comandante de su unidad, del rabino de su ciudad de origen y entendí que cada una de las personas que ha muerto en el pasado mes y cada una de las personas secuestradas tiene una historia, familia y tiene a toda esa gente que estará dando los mismos discursos y que lo que viví ese día, ha pasado más de 1400 veces desde el 7 de octubre.

Duele mucho saber que cada una de esas personas secuestradas o asesinadas escogió estar en Israel, escogió proteger este país y en muchos casos, escogió ser judío, y esas decisiones son las que llevaron a cada persona a estar como están y la parte más impresionante es que, puedo asegurar, que ninguna de las personas que falleció o esta en manos de Hamas, se arrepiente o cambiaría algo.

Estar en Israel en estos momentos, es demostrar eso. Es entender que estamos en una guerra y que nuestra mera existencia está en riesgo. Estar en Israel en estos momentos es la expresión máxima del sionismo moderno. Para mí estar hoy en Israel es demostrar que nuestro judaísmo, nuestra historia y nuestra esencia son lo que nos lleva a defender nuestro legado y nuestro futuro.

Ser parte de un movimiento judeo-sionista como lo es Hanoar Hatzioni, demuestra eso; demuestra el orgullo y la esperanza que tenemos con Israel. Hoy y siempre estaremos con la cabeza en alto, gritando con orgullo y fuerza “soy judía” y defendiendo ante todo nuestra ideología.

“Todo hombre tiene un nombre” Zelda

Jazak Ve’Ematz

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