LEGADO IDEOLÓGICO DE LOS JASHMONAIM

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Matías Altcheh, Hanoar Hatzioni Argentina

Corre el siglo 2 AEC, la dinastía Seléucida gobierna la tierra de Israel. Este gobierno, que comenzó siendo respetuoso de la cultura judía, se vuelve cada vez más insistente en su afán de helenizar al pueblo de Israel. Los seléucidas buscan establecer la cultura griega en la región de Judea. El momento de mayor tensión se vio con la llegada al poder de Antíoco IV, llamado por algunos Epifanes (el enviado de los dioses) y por otros Epifanio (el loco) por su carácter despiadado y cruel. Este nuevo gobernante pretendió terminar con la transformación de Israel convirtiendo Ierushalaim en una Polis griega. Se profanó el Beit Hamikdash y se prohibieron por ley todos los ritos tradicionales del judaísmo (brit mila, servicios en el Templo, estudio de la Tora, entre otras cosas). Ante esta situación, los judíos se vieron ante el dilema de aceptar las costumbres griegas o resistir.

Cuenta la historia que soldados sirios entraron un día al pequeño poblado de Modiin en las afueras de Ierushalaim. Ahí vivía un sacerdote judío llamado Matitiahu, que pertenecía a la familia de los Jashmonaim. Este hombre fue el primero en tomar la espada para matar a estos soldados que pretendían construir altares paganos y hacer rituales griegos en su ciudad. Así comenzó la revuelta judía. A esta causa prontamente se sumaron los hijos del sacerdote y todos los judíos que se negaban a perder su bagaje cultural milenario.

Luego de esto el grupo abandonó la ciudad y se trasladó a las montañas de Judea. Desde ahí se organizó la guerrilla judía, que cada tanto salía en expediciones a atacar puestos del enemigo y destruir sus construcciones paganas. Tras la muerte de Matitiahu, la revuelta siguió siendo liderada por su hijo Iehudá el Macabeo. El grupo debió aguantar grandes ataques por parte del poderoso ejército sirio. A pesar de su bajo entrenamiento en combate y su pobre armamento fueron capaces de derrotar a las fuerzas seléucidas en varias oportunidades. Al final, los Jashmonaim fueron los vencedores de la guerra, pudiendo retornar a Ierushalaim para restaurarla y eliminar por completo los rasgos helénicos impuestos. El resto es historia.

Este suceso es uno de los hitos fundacionales de Janucá, pero ¿Qué nos enseña exactamente? ¿Qué legado nos dejan los Jashmonaim o Macabim? La respuesta está en el nombre mismo del Jag. Januca significa “inauguración” (puesto que son los que reinauguran el Beit Hamikdash luego de la victoria), y para inaugurar algo, se necesita mucha dedicación. Este valor es el que mueve a los Jashmonaim desde el comienzo, ser dedicados con su pueblo, con su cultura. La atención y el esfuerzo que se le otorga a cuidar su identidad son además la suma perfecta para el cultivo de otros valores fundamentales como la justicia, la igualdad y el pluralismo. Estos son los valores que terminan caracterizando a los Jashmoneos y su lucha, y los que le otorgan un sentido a la misma, los que la encuadran y la encausan. Los valores que desprendemos de esta historia son fundamentales y conforman nuestro ADN tnuati, marcando nuestra esencia como movimientos juveniles.

A partir de estos valores los Macabim veían el mundo y su realidad y buscaban comprenderla, pero no desde una posición pasiva, sino poniéndose al centro, buscando ser los dueños de sus destinos. Los Macabim se dieron el derecho a dudar, a criticar el sistema opresivo impuesto por los seléucidas y a actuar para eliminarlo. Decidieron no quedarse callados como si lo había hecho otro grupo de judíos que decidió adoptar las practicas paganas de la cultura griega. Son estos valores los que al final sostienen todo su accionar y los impulsan en pos de cumplir sus objetivos.

Vemos como la misma situación se da en nuestro movimiento. El ADN tnuati se sitúa como la base de nuestra concepción del mundo, y juntos son los elementos que delimitan nuestras ideas y nos ayudan a tomar posturas claras en la realidad, dando surgimiento así a nuestra ideología y otorgándole sentido a todo el proceso educativo de la tnua. Nuestra plataforma ideológica nos permite llevar los valores y la visión del mundo a la realidad, a la práctica, de la misma manera que en su momento lo hicieron los Jashmonaim.

Juntando su manera de ver el mundo con sus valores los Macabim constituyeron su visión del mundo ideal. Un mundo donde los judíos puedan vivir en la tierra de Israel sin limitaciones para desarrollar libremente su cultura. Una sociedad donde el judaísmo pueda ser central, donde se le dé importancia a la continuidad de nuestro pueblo y se evite la asimilación. Una sociedad donde los valores como el respeto, la justicia, el pluralismo y la democracia sean centrales. Podemos ver como la visión de los Jashmoneos es al final similar a la que nos proponemos en la familia de tnuot de Hanoar Hatzioni. Son distintos sin embargo los medios que tomamos para alcanzarla. En la tnua no tomamos las armas, no alzamos la espada si no que elegimos el camino de la educación como medio para alcanzar esa utopía que nos proponemos en cada una de nuestras plataformas ideológicas.

Esta visión general del mundo que compartimos es también, en ambos casos, más grande que nosotros mismos y nosotras mismas. En el caso de los Jashmonaim su lucha no fue solo por ellos, fue por todo el pueblo de Israel. Los Jashmonaim no luchaban por gloria personal sino para continuar con el judaísmo. Es con esa convicción que logran vencer y posteriormente restaurar la soberanía judía en la tierra de Israel. En la tnua también activamos por cosas más grandes que nuestro propio movimiento, activamos para mejorar el mundo a través de una educación vivencial y con valores, buscamos continuar con el judaísmo y promovemos la centralidad del Estado de Israel.  

En conclusión, podemos afirmar que los Jashmonaim tienen una gran influencia en los valores y las concepciones presentadas en todas nuestras plataformas ideológicas. Los Macabim se configuran como ejemplos a seguir, al demostrarnos la importancia de pararnos para defender lo nuestro, nuestra cultura, nuestras ideas, nuestra identidad. Este grupo de luchadores nos enseña que teniendo claros nuestros valores y poniéndonos en control de nuestras vidas y nuestros destinos podemos construir caminos que nos lleven a cumplir con nuestra visión y objetivos, entendiendo siempre que estos son más grandes que la propia tnua y que lográndolos nos aseguramos un mundo mejorado para toda la humanidad. Este es el legado ideológico de los Jashmonaim.

¡Januca Sameaj y Jazak Ve’ematz!

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