Por: Cynthia Witemberg
Tras 16 años formando parte de este movimiento me doy cuenta que la Tnua es como una persona. Ella camina conmigo de la mano desde mis primeros pasos, me enseña el camino por el que debo pasar para aprender, hacer amigos, encontrar el amor y ser partícipe de la educación de otros; me llevó a conocer el mundo, continentes nuevos e idiomas que no conocía, pero poco a poco su mano me fue soltando para dejarme caminar sola.
En un instante ella regresa a tomarme de la mano para sentir apoyo, me topo con un sentimiento nunca antes experimentado y ella me da a entender que esta vez es momento de que le enseñe a caminar por este nuevo camino. Tiempos difíciles, momentos de incertidumbre y paralización, ninguna de las dos sabía cómo andar, la miro a los ojos y decidimos detener el paso por unos momentos. Pocas veces la Tnua se detiene a pensar y cambiar su rutina, pero era momento de hacerlo, al poco tiempo me impulsa hacia adelante y poco a poco vamos formando el nuevo sendero. Esta vez es un camino con huecos por donde es fácil caer y pequeñas piedras con las que podemos tropezar, sin embargo, seguimos caminando a paso lento y observando a nuestro alrededor. Es ahí en donde encuentro caminos que convergen con el mío, personas que estaban buscando una mano que alcanzar para poder caminar con estabilidad y una vez más la Tnua me va dejando poco a poco para que pueda seguir.
Llevo conmigo una ideología sembrada en el corazón y ganas de que estos últimos pasos dejen una huella, logro entender la razón de tantos años y así cada paso que doy logro tomar más fuerte de la mano a esas personas: a la hanaga, al tzevet, y a los otros maskirim que caminan por un sendero parecido al mío. Es momento de que todos entendamos el significado de la frase: “la Tnua no para”, no quiere decir que la Tnua camina sola y sigue un camino ya marcado, si no, toma de la mano a cada uno de notros de distinta forma y juntos dejamos huella.
Se que es un momento difícil, pero me enorgullece saber que una de las manos que lideró este camino fue la mía, saber que mi huella quedará marcada para cuando la Tnua vuelva a detener el paso y mire hacia atrás. Fue inesperado, pero es impresionante ver cómo todos caminamos de la mano para no dejarnos caer, seguimos con las ideas locas de siempre, cantando, riendo, cruzando fronteras y alegrando el día de un janij sin importar los caminos que tengamos que tomar.
El último recorrido que me da la Tnua es distinto a lo que imaginaba, pero esta vez me enseñó cosas fuera de lo común. Pude dar peulot a mis ex janijim, dirigir un mifkad viendo las expresiones de cada javer de cerca, hice una peula basada en un sueño y logramos vencer el miedo. Es momento de soltar su mano, pero no de olvidar el camino que recorrimos.