Por: Romi Morales
Parasha Vayhekel profundiza en el proceso de construcción del Mishkán. Sin embargo, antes de comenzar con tan importante tarea, Moshé vuelve a hablar de la importancia de cuidar el Shabat.
Lo interesante es que, hasta aquí, de manera explícita, por lo menos cinco veces se ha mencionado cuán importante es este momento: ya sea como descanso divino tras la creación, como mandamiento práctico para recibir maná en el desierto, como principio fundamental en los Diez Mandamientos o como señal eterna entre Dios e Israel.
Frente a esto, naturalmente surge preguntarnos: ¿Qué otro mensaje puede traernos este concepto? Pues bien, las respuestas son diversas en función de la perspectiva que adoptemos, sea esta religiosa, espiritual, social, etc.
En términos educativos, el mensaje que trae ésta parashá es profundamente poderoso y sumamente relevante en nuestros días: Incluso las tareas más importantes, necesitan incluir tiempo de descanso. Y el aprendizaje no es excepción.
Entonces: ¿Hay relación entre aprendizaje y descanso? ¿Deberíamos enseñar a aprender a descansar? ¿Descansar no afecta a la productividad a la hora de aprender? Si te interesa responder estas y otras preguntas, te invito a seguir leyendo. ¡Será interesante! ¡Empezamos!
El lugar del descanso en la sociedad moderna.
No es secreto que vivimos en sociedades donde los tiempos son cada vez más acelerados. La exigencia de cumplir cada vez con más tareas en menos tiempo y con gran efectividad nos ha llevado a desarrollar habilidades de multi-tasking que nos ayudan a lidiar con la sobrecarga de cosas que tenemos en los diferentes ámbitos de nuestras vidas.
A eso se suma la constante exposición a elementos que llaman y toman nuestra atención, llevándonos muchas veces a poner el foco no en lo más importante ni lo más urgente, sino en lo más ruidoso o colorido (en especial noticias amarillistas).
El agotamiento es moneda corriente y no se va simplemente con dormir, porque el cansancio, en gran medida, es mental. Ahora bien, incluso si quisiésemos (necesitásemos) descansar, las sociedades modernas no lo permiten. El descanso ha tomado una mala reputación, siendo muchas veces homologado a la vagueza. Hoy en día, las personas valoradas son las personas que no paran, que están activas 24-7, 360 días al año.
Frente a esta realidad, el judaísmo nos ofrece una propuesta revolucionaria: el descanso como un derecho inalienable, como una herramienta de trascendencia y una condición necesaria para poder aprender.
El lugar del descanso en el judaísmo.
Uno de los elementos más importantes que tiene el judaísmo es el Shabat. Independientemente de la postura religiosa de las personas que conformamos el pueblo judío, en términos éticos, todos podemos acordar que el valor del Shabat es inconmensurable y que es profundamente revolucionario en un montón de aspectos. Como sabemos, Shabat no es algo destinado a una elite suprema, sino que es un derecho que le corresponde a todos: a la tierra, a los animales, a los esclavos (aunque en aquella época la esclavitud no estaba abolida, el entendimiento de que los esclavos también merecen derechos es por demás novedoso), etc. Y no sólo eso, Shabat en términos de descanso no es relativo. Esta parashá específicamente nos muestra que, incluso cuando se trata de realizar tareas importantes (como la construcción del Mishkán), eso no puede ser a cuentas del día de descanso. Porque sólo cuando hacemos una pausa, podemos mirar atrás, evaluar y aprender. Y solo quien aprende, crece y desarrolla su potencial.
El lugar del descanso en el aprendizaje.
Si bien varios pedagogos y teorías educativas a lo largo de la historia destacaron la importancia del descanso en educación (Dewey, Vygotsky, Kolb, Oakley, Cirillo, etc.) en los últimos años se han desarrollado muchos estudios incluso en el ámbito de la neurociencia con el fin de analizar cómo afectan las pausas estratégicas en la calidad de nuestros aprendizajes. De más está decir que ha quedado comprobado que, cuando tomamos pausas, nuestros cerebros siguen trabajando en las arduas tareas de análisis, procesamiento y almacenamiento de la información nueva que se ha adquirido, idealmente conectándola con información previa ya aprehendida. En este sentido, lo que para nosotros puede parecernos una “pérdida de tiempo” en realidad, es tiempo muy bien invertido.
Pasaje de teoría a práctica: ¿es posible descansar mientras estamos en actividad educativa?
¡La respuesta es sí! Muchas estrategias ya están disponibles en diferentes espacios educativos y son realmente valiosas tanto para quien esta en situación de enseñanza o aprendizaje. Te comparto algunas herramientas que tal vez puedan ser de gran utilidad para ti también al intentar aplicar el concepto del descanso en la enseñanza:
1. Sensaciones, emociones, pensamientos y reflexiones.
Luego de una actividad intensa, se puede proponer a nuestros grupos hacer una pausa para compartir qué ha generado la vivencia educativa, qué pensamientos han surgido a partir de la misma, a qué conclusiones se han podido arribar.
Esta pausa en la actividad con diálogo abierto y proactivo, no sólo ayudará a que las personas colaboren con el proceso de reflexión y análisis interno, sino que además legitimará un amplio abanico de creación de conocimiento que pueden haber surgido en la mente de los aprendientes, sin que esa haya sido la intención de quien educa o de la actividad misma.
Hay quienes también ofrecen estos espacios de manera escrita y a nivel personal.
2. Momentos de pausas activas.
La capacidad de mantener la atención a la hora de aprender se ha reducido significativamente con el tiempo. Hay quiénes dicen que, para los niños y jóvenes de hoy, ya un lapso de 20 a 25 minutos exige un esfuerzo muy grande de su parte. Por eso, muchos educadores han empezado a incluir pausas activas dentro de sus actividades. Estas pueden verse de diferentes maneras: a veces incluyen invitar al grupo a levantarse, estirar, respirar y caminar, otras veces supone incluir un pequeño juego que lejos de exigir un gran esfuerzo cognitivo aporte distención, o bien ayudarse con música o cortos que colaboren a cambiar el ritmo de la actividad para contribuir al descanso estratégico.
3. Técnica Pomodoro
En el ámbito de gestión de tiempo, una herramienta muy conocida es la Técnica Pomodoro. Ésta propone dividir la tarea que queramos llevar adelantes (por ejemplo, nuestra actividad educativa) en bloques de 20-25 minutos, seguidos de pequeñas pausas de 5 minutos entre cada espacio de tiempo. Estos minutos se pueden usar para hacer un debate rápido, una reflexión grupal o simplemente moverse. Lo que mejor se adecua a la actividad, grupo y educador a cargo.
A modo de conclusión.
Cambiar la cultura organizacional para incluir descansos en educación no es tarea sencilla. Y aún así es sumamente importante. Probablemente esté cambio requerirá de un proceso largo en el que, en primer lugar, necesitaremos entender la verdadera importancia de detenernos si queremos generar aprendizajes de calidad.
Así como Moshé insistió en la importancia del Shabat antes de la construcción del Mishkán, hoy nos toca a nosotros insistir en la importancia de las pausas en la educación. Porque no se trata solo de aprender más, sino de aprender mejor. Descansar no es detenerse; es permitir que el conocimiento eche raíces y florezca.