Por: Anat Woloski
En el último año hemos sido testigos de diferentes crisis sociales y situaciones que nos hacen cuestionar el sentido de nuestras vidas y la forma en la que vivimos. El atentado terrorista del 7 de octubre en Israel agitó a toda nuestra sociedad en cómo la conocemos, no solo en Israel sino en el resto del mundo. El antisemitismo creció exponencialmente detonando muchas preguntas, miedos y confusión frente a la respuesta tan distante del mundo no judío.
Según el Prof. Uriya Shavit, director del “Centro para el Estudio del Judaísmo Europeo Contemporáneo” y el “Instituto Irwin Cotler”, “este año no es 1938, ni tampoco 1933. No obstante, de continuar las tendencias actuales, el telón descenderá sobre la capacidad de desarrollar una vida judía en Occidente-llevar una Estrella de David, asistir a sinagogas y centros comunitarios, enviar a los niños a escuelas judías, frecuentar un club judío en el campus o hablar hebreo”.
Frente a este reto, la crisis afecta directamente nuestra salud mental y emocional ya que perdemos el sentimiento de “seguridad¨ y libertad de vivir como judíos. Entender que hay cosas que están fuera de nuestro control es clave para poder encontrar la calma, cuestionarnos cuáles son las elecciones que podemos hacer día a día para encontrar un sentido como educadores es el reto principal.
El primer paso es elegir el cuidado de nuestra salud mental, encontrar momentos para conectar con nuestro ser a través de meditación, ejercicio, comer mejor o conversar con alguien sobre nuestras preocupaciones hará que encontremos una razón para estar mejor y así podamos empezar a ayudar a los demás.
El segundo paso es abrir nuestra mente y pensar fuera de la caja. En estos momentos de crisis, líderes despiertan y comienzan a trabajar en ideas e iniciativas que transmiten luz a través de innovaciones, con proyectos para hacer hasbará, con mensajes de unión y esperanza. Su poder de elegir cómo reaccionar frente a la crisis los ha hecho destacar transformando la realidad a mejor.
Como educadores podemos elegir cómo queremos comportarnos para seguir educando y transmitiendo los valores que nos caracterizan, por eso te invito a pensar:
- ¿Cómo puedo seguir transmitiendo valores? ¿Cuáles son los retos principales?
- ¿Cómo puedo vivir mi judaísmo?¿Cómo transmito y vivo las tradiciones?
- ¿Cuál es la relevancia de Israel hoy en día y cómo puedo conectar con mis raíces?
- ¿Qué acciones puedo tomar en mi país para asegurar la continuidad de mi comunidad?
El tercer paso es confiar en el poder que tenemos
Me parece que cada pequeña acción que elegimos realizar, desde llamar a los janijim para saber cómo están, preparar y asistir a una peula, hacer una campaña digital, compartir contenido en nuestras redes sociales, ser voluntariaos tiene un gran impacto. El mejorar el día de alguien con una sonrisa o con algún proyecto que activamente beneficie a nuestra comunidad es sin duda lo que más necesitamos hoy.
Creo firmemente que tenemos un gran poder en nuestras manos, la educación y el combatir la desinformación es nuestro reto más grande. Entender que no podemos frenar la crisis como tal, ya que eso está fuera de nuestro control, nos obliga a pensar diferente sin embargo la historia está llena de casos de éxito donde personas cómo tu y yo han podido cambiar el rumbo de la historia.
Te invito a atreverte a elegir diferente, cuidando tu salud mental y encontrando la fortaleza para ser un líder en estos momentos que se escribe la historia y futuro de la continuidad de la comunidad judía de tu país y el mundo.
Cada pequeña acción suma.
Juntos, somos más fuertes.