LECCIONES DE EFRAIM Y MENSAHE PARA LAS TNUOT DE HOY EN DIA
Romi Morales
Parashat Vaijí no solo nos narra los últimos momentos de Yaacov, sino que nos regala una lección atemporal sobre la importancia de crear vínculos de hermandad saludables. En un mundo lleno de divisiones y conflictos, la relación entre Efraim y Menashé brilla como un faro de unidad, respeto y cooperación. Como madrijim y madrijot de la Familia Hanoar Hatzioni, ¿cómo podemos traducir este ejemplo en una educación que inspire a construir vínculos auténticos y transformadores?
Hermandad en general y en Bereshit en particular.
Cuando hablamos de hermandad, la primera asociación que nos viene a la mente es la de hermanos biológicos, es decir, aquellos con los que se comparte un vínculo de sangre. Sin embargo, esta no es la única connotación. Hermandad también es el vínculo profundo entre personas, el cual se basa en valores como respeto, responsabilidad, amistad y solidaridad, entre otros. Tan significativo es este vínculo en la vida de las personas que, quienes tienen la oportunidad de “elegir a sus hermanos”, resultan ser sujetos sumamente afortunados. Ahora, al analizar los casos de hermanos en “Bereshit”, vemos que éstos no reflejan ninguno de esos valores. En la relación entre Caín y Abel, Itzjak e Ishmael, Yaacov y Esav, los hijos de Yaacov y Yosef, etc. encontramos sólo la antítesis: odio, envidia, celos, etc. Este patrón se mantiene a lo largo de todo el primer libro del Tanaj, hasta llegar a la última parashá. Allí, a diferencia de todos los demás, aparecen Efraím y Menashe, dos hermanos de sangre que además de ser familia biológica, eligieron construir un vínculo de honesta fraternidad que será tomado como ejemplo por el resto de las generaciones, desde entonces y hasta hoy en nuestros días. Menashe era el más grande de los hermanos y, por tradición, quién merecería recibir primero la bendición. Sin embargo, esto no es lo que sucedería en la práctica. Yaacov puso su mano derecha sobre la cabeza del menor (Efraím), enalteciéndolo sobre su hermano. Según los relatos de nuestros sabios, en ese momento ni Efraim sintió orgullo y-o altanía, ni Menashe envidia o celos. En el corazón de ambos, había auténtica felicidad, respeto ya admiración por el prógimo. De ahí lo especial en estos dos personajes.
Educar para la hermandad.
Si la hermandad no es sólo biológica, significa que podemos educar a nuestros javerim y javerot para que elijan crear vínculos de hermandad con quienes los rodean. Educación para la hermandad, necesariamente supone trabajar sobre ciertos valores si queremos que la relación sea saludable, fructífera y positiva para ambas partes.
En primer lugar, es fundamental educar en el proceso de identificación, para así encontrar el denominador común ético y-o ideológico que da sustento a la existencia de una hermandad que trasciende tiempo y espacio. Tener la capacidad de ver al Otro y reconocer en él elementos con los que existe una ligazón afectiva son algunas de las habilidades esenciales que se deben fomentar para encontrar la semilla a partir de la cual florecerá tal relación. Compartir una cosmovisión de mundo, una canasta de valores esenciales, una perspectiva sobre cómo debemos actuar en este mundo y cuáles son los cambios que deseamos ver y por ende hacer, son algunos de los ejemplos de elementos nucleares que podrían sostener los vínculos de hermandad. En segundo lugar, es esencial el respeto. Este permite que la persona pueda apreciar, aceptar y reconocer al Otro, sus cualidades, sus derechos y su valor en tanto ser único y particular. Educar hacia y con respeto supone valorar a los demás como son, incluyendo también sus diferencias. El respeto genera sentimientos de confianza, seguridad y bienestar, elementos indispensables en vínculos tan excepcionales como la hermandad.
Tercero, nuestro proceso educativo debe estar orientado a generar dinámicas de cooperación y trabajo colaborativo. En un mundo que fomenta la mirada individualista y la competencia violenta, construir vínculos de responsabilidad compartida y compromiso activo de trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes es profundamente revolucionario y poderoso. La cooperación exige abrazar la idea de “unidad en la diversidad”. Sólo cuando las diferencias se entienden como una fortaleza, éstas enriquecen a la comunidad como un todo.
La cooperación fomenta sentimientos de pertenencia, conexión, sostén y acompañamiento. Esto, a su vez disminuye las sensaciones de amenaza y sospecha, desamparo y abandono, rivalidad y resistencia.
Hanoar Hatzioni y sus Tnuot hermanas.
El valor de la hermandad en Hanoar Hatzioni es central. No solo dentro de nuestras kvutzot, kenim, Tnuot y comunidades sino también para con otras entidades educativas que se (pre)ocupan de garantizar la continuidad del pueblo judío, dentro y fuera de Israel. Dentro de todas las organizaciones con las que trabajamos, existe un vínculo especial con las Tnuot que forman parte de la Familia Hanoar Hatzioní. Ideológicamente fue establecido en nuestra última Veida Olamit que: Por la responsabilidad que tenemos como movimiento juvenil educativo para con la educación judía y sionista de los jóvenes de la diáspora, asumimos el compromiso de activar en conjunto con otras Tnuot que comparten nuestros fundamentos esenciales de judaísmo y sionismo como dimensiones ideológicas, junto al hecho de ser apartidarias. Esto dio sustento a la creación de la familia Hanoar Hatzioni. Esta familia está compuesta por nuestros kenim en todo el mundo y por las que hemos denominado “Tnuot Hermanas”. Darkenu, pág. 20
En base a los valores de identificación, respeto y cooperación es que la hermandad entre Tnuot no sólo que crece a medida que pasa el tiempo, sino que también se profundiza y enriquece los vínculos entre las partes. La grandeza de esta hermandad se ve reflejada en que, al compartir un mismo core esencial y un destino común, el proceso de transitar el camino hacia la hagshamá, con todo lo que eso implica, es mucho más ameno. Las alegrías y los éxitos los festejamos juntos y los desafíos y problemas los superamos juntos también. Esto, sumado al profundo respeto que tenemos cada uno de los movimientos que forman parte de esta hermandad por la identidad, cultura, historia e idiosincrasia particular de los demás es lo que nos ha enseñado con el tiempo que juntos somos más, juntos somos mejor. La identificación y el respeto son los valores que sientan las bases de nuestro trabajo cooperativo ya durante décadas, el cuál ha devenido en una maravillosa sinergia. El deseo de ver crecer a las demás Tnuot, es deseo ferviente y auténtico. El mismo se basa en el entendimiento de que su éxito es nuestro éxito y viceversa: al final de cuentas todas queremos educar para fortalecer, enriquecer y garantizar que existan aquellos procesos educativos que fomenten en nuestros javerim y javerot la propia construcción de una identidad judía, sionista, humanista, liberal, pluralista y jaluztiana. Pero este deseo no fue meramente discursivo. La hermandad de las Tnuot que forman la Familia Hanoar Hatzioni se traduce en acciones concretas y constantes. Se refleja en los múltiples intentos de (re)conocernos, escucharnos, apoyarnos y dialogar con palabras, pero, principalmente con el ejemplo personal en cada evento.
En una época en la que el destino de Am Israel no necesariamente es evidente, los desafíos externos no parecieran ser tan grandes como los que tenemos hacia dentro, entre nosotros. Y, en este contexto, la parashá de la semana nos viene a invitar a reflexionar sobre qué tipo de hermandad queremos fomentar con la educación que ofrecemos en nuestras Tnuot. ¿Tenemos la capacidad de ver el denominador común que une a los diferentes grupos que conforman nuestro pueblo? ¿Hacemos lo suficiente para educar en y con respeto a-hacia Otros, incluso cuando son diferentes a nosotros? ¿Participamos de proyectos que nos ayuden y motiven a trabajar juntos, cooperar los unos con los otros, deseando lo mejor para cada una de las partes honestamente?
En conclusión
La hermandad más que un vínculo biológico o afectivo; es la elección de construir relaciones basadas en respeto, cooperación y visión compartida. En Hanoar Hatzioni, esta idea se extiende a la conexión entre nuestros kenim en todo el mundo y con nuestras Tnuot Hermanas. A nivel ideológico, ético y educativo, deseamos que nuestros madrijim y madrijot adquieran las herramientas que les permitan crear vínculos de auténtica hermandad no sólo como un obsequio para sus vidas a nivel personal, sino también como instrumento de liderazgo comunitario en el presente y hacia futuro. Por un lado, el ejemplo de Efraim y Menashé en la Parashá Vaijí nos ofrece valiosas lecciones sobre cómo construir una educación orientada a la hermandad saludable que tanto se necesita en Am y Medinat Israel. Por el otro, nos recuerda la responsabilidad que tenemos a la hora de elegir el modelo de hermandad que queremos promover con nuestro ejemplo personal a la hora de educar. Nos deseo seguir eligiendo, como desde hace ya 100 años, ser ejemplo vivo de una Tnua que fomenta una hermandad como la de Efraim y Menashe dentro de nuestros kenim y fuera también.