DEL ODIO AL AMOR: DE TISHA VE’AV A TU VE’AV

close up of tree against sky

Por: Romi Morales

Si, lo sé. El dicho popular es un poco diferente: “Del amor al odio hay un solo paso”. Debo admitir que me encantan los dichos populares. Generalmente encierran en una pequeña frase muchos sentidos comunes que la sociedad ha ido construyendo con el tiempo. Sin embargo, en este caso particular, no estoy segura de que el dicho es correcto. Me cuesta creer que cuando uno ama a alguien o a algo, ese sentimiento puede convertirse en su opuesto en tan solo un pasito. Creo que, como todo, también para eso existió un proceso (sea más o menos consciente). Pero, ¿qué pasa con el camino inverso? 

Tisha veAv es una de las fechas más difíciles en el calendario judío, pero aun así nos deja tres grandes enseñanzas, por lo menos: 1) Hemos pasado como pueblo por diferentes situaciones, muchas de ellas muy terribles, trágicas, dolorosas y aun así hemos logrado salir adelante. En otras palabras: es posible superar las adversidades. 2) Generalmente, hemos logrado superar los desafíos que se nos han impuesto cuando nos unimos y trabajamos juntos. En otras palabras y, usando otro dicho popular, “la unión hace a la fuerza”. 3) Cuando hay odio gratuito entre nosotros, lo que se avecina es la destrucción. Como decía Martin Fierro: “Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera, porque si no, los devoran los de afuera”.

Creo que la historia de Am Israel nos ha presentado tantos capítulos donde esto se pone a prueba, que cuesta creen que, aunque sea a nivel teórico, no hemos aprendido la lección: “no debemos odiar gratuitamente”. Sin embargo, observo la realidad y siento que “del dicho al hecho hay un largo trecho”. Es decir; a pesar de que hemos comprendido la importancia de no odiarnos, en la práctica, aun no nos sale. No me malinterpreten. Creo que intentamos. A nadie le gusta sentir odio. El odio nos carga de sensaciones negativas, nos quita energía, nos saca de foco, nos lleva a ser esas personas que nunca quisiéramos ser, a veces incluso el opuesto. Y me pregunto entonces: ¿por qué? ¿Por qué nos cuenta tanto dejar los sentimientos de frustración, ira, rabia y agresividad y, en su lugar, tomar los de paciencia, humildad, serenidad, bondad, piedad, compasión y humanidad? ¿Por qué no dejar de odiar gratuitamente para pasar a amar gratuitamente? 

En mi humilde opinión, creo que aún no hemos aprendido como hacer esto. Y no, no creo que sea con un solo paso, como dice el dicho popular. Creo que son varios pasos, son procesos: procesos complejos, desafiantes, difíciles con uno mismo y con el “otro”. Procesos de introspección, pensamiento crítico y no menos importante, perdón y ansias de cambio. Procesos de tikun (reparación) que suponen a la vez iniciativa, creatividad, liderazgo. Procesos donde el valor de la vida humana (de todos los humanos, por supuesto) está en el centro de la atención y no es un slogan. 

Y, por ende, el respeto, la tolerancia, la dignidad, el compañerismo, la solidaridad están presentes constantemente. Si. Es cierto, hay que ser pluralista para que esto pueda ser llevado a la práctica. Tal vez, inclusive, este sea un buen punto de partida en nuestro proceso de pensar como pasamos del odio al amor: entendiendo que el Otro (con todo lo que eso supone: ideas, cosmovisión, forma de vida, valores, etc.) es diferente a mí y, aun así, merece ser respetado. Tal vez, si nos va bien en este punto, logremos descubrir que lo diferente no es malo, sino que es diferente. Y en el encuentro con la diferencia podemos crecer, enriquecernos, nutrirnos y mejorar.

Creo que somos muy afortunados en pertenecer a Tnuot Noar como las de la Familia Hanoar Hatzioni. En nuestras Tnuot hemos entendido la importancia de poner sobre todas las cosas al Ser Humano en el centro. A la vida humana en el centro. Al pluralismo en el centro. Hemos entendido que los fundamentalismos, los dogmas y el radicalismo ideológico y/o el adoctrinamiento han generado solo daño, destrucción y dolor. Y nosotros, en contraposición a todo eso, hemos elegido la vía de la educación, el pensamiento crítico, el dialogo y la libertad como algunos de los medios para armar nuestro propio camino frente a la misión de reparar el mundo.

Sé que queda mucho por hacer y que aún hay mil cosas por mejorar. Pero soy optimista. Porque aun sabiendo que el proceso es largo y no siempre sencillo, miles de madrijim y madrijot en decenas de comunidades educativas a lo largo del mundo durante más de 90 años, han decidido que este proceso vale la pena. Y sábado a sábado, deciden dedicar tiempo, energía, pensamiento y corazón para entrar al jeder peilut y dar lo mejor de ellos para educar en todos estos valores para y por sus janijim y janijot. Soy optimista, porque nuestros madrijim y madrijot son el claro ejemplo de que “Ahavat Jinam” (el amor gratuito) existe y nos muestra que, como dice la canción, “el amor es más fuerte”.  

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