Por: Romi Morales
La salida de Egipto es un hecho. Un 20 por ciento de Bnei Israel decide salir en búsqueda de la ansiada libertad. Todo parece ir según lo estipulado, hasta que la muchedumbre se topa con el mar. Como si esto fuera poco, tras ellos, el ejército egipcio viene a capturarlos para nuevamente esclavizarlos. Evidentemente la situación es tensa. El peligro, el miedo, la angustia y la desesperación que genera estar parados frente a un callejón sin salida, no es sencillo. La primera crisis aparece y, frente a ella, una primera reacción que se transformará rápidamente en un patrón de nuestro pueblo en el desierto: la queja. Incluso a sabiendas que nada cambiará con quejarse, muchas veces, ante situaciones incomodas, esta será su reacción durante los siguientes 40 años.
Esta respuesta, lamentablemente, también es muy frecuente en nuestros días. A veces dentro de nuestros equipos de trabajo, o dentro de los grupos donde educamos, la queja tiende a ser moneda corriente. Por eso, vale la pena preguntarnos: ¿Qué diferencia a una persona quejosa de una que activa? ¿Podemos educar para que haya un pasaje de la queja a la acción? ¿Podemos transformar la inercia en inspiración?
Esto y otras cosas más a continuación. ¡Empezamos!
Personas quejosas: características principales
A lo largo de la parashá, el pueblo de Israel enfrenta desafíos y responde repetidamente con quejas. Un ejemplo, podemos ver cuando Bnei Israel llegan frente al mar y ante el miedo de ser alcanzados por los egipcios se quejan diciendo a Moshé: “¿Acaso no había tumbas en Egipto para que nos trajeras a morir en el desierto?”(Éxodo 14:11). Otro ejemplo, veremos en Mará y en el desierto de Sin, donde el pueblo protesta por falta de agua y comida y pone en tela de juicio el verdadero poder de Moshe como líder y el de la providencia divina de asegurar su bienestar. Estas quejas reflejan un estado emocional y espiritual particular, donde el miedo y la incertidumbre parecerían paralizar la capacidad de estas personas de actuar constructivamente.
Tanto Bnei Israel en la salida de Egipto, como en nuestros tiempos, es frecuente encontrarnos con personas que usan, principalmente críticas y reproches como medio de respuesta a los problemas. Estas personas se caracterizan por mostrar bajos niveles de responsabilidad y por sentirse víctimas de las circunstancias. Suelen tener una mentalidad pasiva que lleva a la aceptación ciega de los problemas. Además, suelen sentirse derrotadas ante los obstáculos y, en consecuencia, sienten que les es imposible cambiar. Cuando se sienten inmersos dentro de los problemas, tienden a concentrase en ellas mismas, lo que los lleva a aislarse y preferir que otros asuman la responsabilidad de resolver la situación. Hasta que esto suceda, tienden a enfocarse en los aspectos negativos o en lo que falta, lo que los lleva a vivir altos niveles de insatisfacción.
Después de haber dicho esto, podemos ver que, evidentemente, no es sencillo ser una persona que tiende a quejarse. Sin embargo, como toda actitud en la vida, podemos trabajar para que nuestros niños y jóvenes crezcan en marcos educativos que dan herramientas para enfrentar las vicisitudes de la vida, a fin de que puedan actuar como “Rosh Gadol”, pioneros, líderes, ejemplos personal e inspiración para quienes los rodean.
Exactamente como Najshón.
Personas que actúan. Personas que inspiran: el ejemplo de Najshon ben Aminadav.
Najshón ben Aminadav era líder de la tribu de Yehudá. Si bien es conocido por su liderazgo y valentía, lo cierto es que no aparece explícitamente en la parashá de la semana, sino que su rol en la tradición judía fue forjándose a partir de interpretaciones posteriores. Según la Guemará (Sotá 37a) y el Midrash, cuando los israelitas llegaron frente al Mar Rojo, el pueblo quedó paralizado entre el miedo por el avance del ejército egipcio y el obstáculo que les presentaba el mar para poder escapar. Allí, entre quejas y críticas, y ante el entendimiento que, volver atrás no sería una opción, se produjo una discusión entre las tribus sobre quién debía entrar primero al agua. En ese momento, Najshón ben Aminadav no esperó instrucciones ni garantías. Con profunda valentía, entró al mar, avanzando sin reparos hasta que el agua le llegó a la nariz.
Solo entonces, según nuestros intérpretes, Dios partió el Mar Rojo.
A diferencia de la mayoría de la gente, vemos como Najshón elige asumir la responsabilidad de su entorno. Su mentalidad activa es lo que lo lleva a buscar soluciones y a ver los obstáculos como desafíos a superar. Najshón toma la iniciativa, tal vez porque siente que tiene el poder de influir en el cambio. Najshón es una persona que actúa. Como él, existen más personas que prefieren la acción a la crítica. Estas tienden a enfocarse principalmente en lo positivo, en lo que se puede mejorar, por eso logran ver el fracaso como una oportunidad para aprender. Las personas que tienden a la acción suelen ser empáticas y buscar mejoras colectivas, lo que los lleva a preferir trabajar en equipo para lograr más y mejores resultados. Personas como Najshón son las que ayudan a que nuestras sociedades avancen y tiendan a mejorar. Por eso es tan importante generar espacios educativos que fomenten los valores de la responsabilidad, la resiliencia, la autonomía, la empatía y la autogestión, entre otros. Esta canasta de valores es la que se encuentra en la base de aquellos sujetos que definimos como agentes de cambio.
¿Qué lugar cumple la educación en el desarrollo de personas agentes de cambio?
La educación tiene un papel importantísimo en el proceso de definir la personalidad de los seres humanos. De ahí que debamos prestar especial atención a los valores sobre los que basamos nuestra práctica educativa. Independientemente de esto, vale la pena mencionar que existen plataformas educativas que, por su propia esencia, fomentan el surgimiento de agentes de cambio. Una de ellas, son los movimientos juveniles.
Como se presenta en nuestra plataforma educativa: “el movimiento juvenil es una expresión de independencia adolescente. Constituye una reacción contra lo convencional, expresa una crítica respecto a las situaciones del presente y posee el ansia de corregir y crear una sociedad mejor para el futuro. El movimiento juvenil, responsable de su papel, no se contenta con asumir una posición de crítica estéril: conduce a sus janijim en el sendero de la creatividad y la acción. Esto se traduce en tomar desafíos en un mundo cambiante y dinámico con la responsabilidad que tenemos como entidad educativa y formativa”. Darkenu, pág. 18. El protagonismo que tienen los niños en general y los jóvenes en particular, las oportunidades de enfrentarse a desafíos y probar(se) dar respuestas, la estructura organizacional que fomenta el trabajo colaborativo (en vez de la competencia), son sólo algunos de los elementos que distinguen a las Tnuot Noar y que influyen significativamente en el moldeamiento de la personalidad de nuestros javerim y javerot.
A modo de conclusión
Quejarse es fácil. Actuar es un desafío. Pero es en ese desafío donde se define quiénes somos y qué impacto queremos tener en el mundo. El ejemplo de Najshón Ben Aminadav nos muestra que, si bien la crítica es una opción disponible frente a los problemas, a veces dar ese primer paso, es lo necesario para dar comienzo a una fascinante travesía de crecimiento que, si bien en un principio puede parecer personal, eventualmente devendrá en colectiva.
En la Tnua educamos a nuestros niños y jóvenes para que ellos también elijan tomar las riendas del destino y elijan ser los actores principal en su desenlace, haciendo de su acción, ejemplo e inspiración para los demás. Por eso, para nosotros, «Jazak ve ematz», es mucho más que nuestro saludo oficial. Es el mantra que nos anima a ser quienes damos el primer paso, con fuerza y valentía, cuando a nuestro alrededor hay miedo y confusión. No porque seamos impermeables al temor, sino porque hemos aprendido cómo superarlo para alcanzar los logros que soñamos. Frente a la crítica cómoda de aquellos que no hacen, está la acción responsable y comprometida de generaciones de javerim y javerot que eligen hacer más y mejor para garantizar un futuro más noble para quienes nos siguen.
Hay un dicho que dice que no podemos elegir con qué desafíos nos encontraremos, pero si podemos elegir con qué actitud enfrentarlos. Sigamos educando a nuestros janijim y janijot para que sean personas de acción, que transformen la inercia en inspiración.