Crónicas de un viaje one way

Por: Gabriel Degen

Sección: Tnua

Shnat Hajshara significa en hebreo año de capacitación. Cualquier capacitación busca mejorar la actitud, conocimientos, habilidades o conductas de la persona.
Pretendemos que vuestros madrijim adopten una actitud crítica y analítica frente a los diferentes dilemas que se presentan en la vida. Apuntamos a que adopten también una actitud de concientización, trabajo y responsabilidad con respecto al futuro del pueblo judío amenazado por la tormenta de la asimilación. En lo que se refiere a conocimientos, Shnat Hajshara es el lugar ideal para capacitarse en todo lo que se refiere a judaísmo, sionismo, Israel, comunidad y liderazgo. Los seminarios, las clases del Majon le Madrijim, la fuerte e inolvidable semana en Polonia, la vivencia personal y grupal en una sociedad tan particular como el kibutz, la experiencia del ejército israelí, los voluntariados, el aprendizaje del hebreo, los proyectos y todos los elementos que me olvido de mencionar forman un perfecto rompecabezas educativo cuya pieza fundamental es el madrij con su constante ambición de crecer, vivir , disfrutar y aprender. Tambien buscamos desarrollar y perfeccionar la habilidad de liderazgo del madrij con el objetivo de motivar e incentivar el trabajo en la tnua y comunidad que forma parte. Pretendemos que el participante adopte una conducta de responsabilidad y activismo frente a los diferentes desafíos que tenemos como humanos, judíos y sionistas que somos.
Hasta ahora me dirigí a ustedes como racaz de Shnat Hajshara de Hanoar Hatzioni. Pero tambien quiero aprovechar este artículo para tomarme el atrevimiento de tutearlos y hablarles como persona, desde lo profundo de mi corazón.


Creo yo que todo judío que activa en la tnua, y que sueña con un mundo mejor tiene el derecho y la obligación de formar parte de este increíble año difícil de olvidar. En 1998 subí al avión de Iberia rumbo a Israel junto a mis amigos de toda la vida con la esperanza de crecer en todo sentido: como persona, como hijo, como hermano, como madrij, como amigo, como judío.

Les digo la verdad y no me averguenzo de ella: nunca aterricé. Todavia puedo oler el perfume de Kyriat Moriah y emocionarme al comenzar a recordar esos cuatro meses en nuestra santa ciudad. No son pocas las oportunidades que me siento en la rambla de kibutz Ein Gev , cierro los ojos y degusto devuelta los quesos de aquella fiesta inolvidable de Shavuot. Me atrevo a decirles, que recuerdo hasta el día de hoy los horarios del bus Tel Aviv- Tiberíades testigo de inolvidables charlas e incómodas siestas.

Hoy día tengo 31 años, vivo en Haifa, casado con Valeria y con un hermoso hijo denominado Lidor cuyo nombre da honor a mi generación. Tengo el privilegio de trabajar en la mazkirut olamit de Hanoar Hatzioni, una de las tnuot mas lindas e importantes del mundo judeo-sionista. Soy el encargado de llevar adelante el Tojnit Shnat Hajshara que en cierta manera me sigue asegurando un lugar en este viaje que nunca quiero terminar.


Me da mucho miedo que llegue el día en el que tenga que aterrizar de este sueño. Quiero educar, compartir, vivir y aprender junto a mis janijim por mucho tiempo más. Quiero seguir en este viaje que comencé aquel 8 de marzo de 1998 con el objetivo de entender el privilegio de ser judío , el derecho de tener un hogar nacional y la obligación de defenderlo en todos los aspectos.

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