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Alex Bitterman, Director Departamento Europa y Norteamérica

Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y derechos que Hashem mandó a Moshé para Israel. Sé fuerte y valiente; no temas, ni desmayes

Divrei Hayamim, 22:13

Con estas palabras, el rey David ordena a su hijo y sucesor, Salomón, que construya el Templo de Jerusalem. Una casa que no solo simbolizará la cúspide del culto religioso, sino que además unirá a todas las tribus de Israel. Es interesante que David use las palabras «sé fuerte y valiente», las mismas que Moisés le dijo a Yeoshua ben Nun cuando entró en la Tierra de Israel, cuando se le asignó la compleja tarea de llevar al pueblo de Israel a la Tierra Prometida. También son las palabras que usamos como saludo oficial en Hanoar Hatzioni. Palabras que simbolizan coraje y valentía, pero también fe en la rectitud del camino.

A pesar de la poderosa obra del rey Salomón y la construcción del Templo, el pueblo no pudo permanecer unido y cohesionado. Pronto, el Reino unificado de Israel se dividió en Judea e Israel. Con los años la rivalidad aumentó y el destino de la historia resultó en la eliminación del Reino de Israel y la destrucción del Templo en Jerusalem años después.

Es difícil no pensar en esa historia en estos días. Días complejos, muy complejos, para la sociedad israelí. En los últimos años hemos vivido una creciente división en la sociedad, en muchos ámbitos: político, religioso, cultural. Y en los últimos dos meses esta situación llegó a su punto máximo. No entraremos, por momento, en la discusión sobre la reforma judicial en cuestión y su propósito, pero vale la pena detenerse un momento y pensar profundamente en sus difíciles consecuencias, independientemente de si es intencional o no. La amarga realidad muestra una situación de polarización, de ir a los extremos, de la renuencia a tener una conversación real, de no aceptar al otro y el aislamiento constante de cada uno en su propio sector.

Este año celebramos los 75 años de la independencia del Estado de Israel, la realización del sueño sionista, producto del gran esfuerzo de generaciones de pioneros, estadistas y gente trabajadora. Un país cuyo fundamento es la independencia judía, que sitúa en su base a la vida judía como norma, por un lado, y los valores de la democracia por otro. Un país que logró desarrollarse de una manera inusual, contra viento y marea y es una luz para las naciones en muchos campos. Es muy escalofriante pensar y recordar que cada vez en la historia que logramos la independencia como nación (ya sea en la época del Reino unificado de Israel, o en la época de los Hashmonaim), ésta no duró más de unos 70 años…

Pero no quiero sonar pesimista. Nosotros, como personas de educación y práctica, que creemos profundamente en nuestro derecho a un país independiente y ejemplar, no debemos ser pesimistas. Definitivamente preocupado, debemos encontrar formas de solucionar la actual situación.

Muy pronto recibiré en mis manos la tarea de liderar el movimiento Hanoar Hatzioni mundial, un gran privilegio que se me ha otorgado, luego de muchos años de actividad en el mismo. A la hora de entrar al cargo, se levanta en mi mente la pregunta «¿Cuál es la brújula?», ¿hacia dónde se dirige el movimiento?  Las mismas preguntas se hacen sobre la sociedad israelí y todo el pueblo de Israel. No “hacia dónde vamos”, sino “hacia dónde apuntamos”, cómo decidiremos juntos, como sociedad, sobre los valores unificadores, sobre bases sólidas, sobre una cultura conciliadora, y, en definitiva, sobre un destino común.

En nuestro campo de acción, elijo la educación como alternativa, creando oportunidades educativas que acerquen, poniendo sobre la mesa los temas dolorosos y hablando de ellos, acercandonos con tolerancia y respeto, y entendiendo que la visión sionista no se puede realizar cuando no estamos juntos.

En el espíritu de estos días, Pesaj, la fiesta de la libertad, en la que celebramos que nos convertimos en un pueblo libre, debemos recordar nuestro pasado, y especialmente nuestra visión como pueblo libre en la Tierra de Israel (Eretz Zion ve Yerushalaim).

Quiero concluir con palabras tomadas de la visión de la Tnua, tal como aparece en el documento Darkenu. No hay mejor manera de describir nuestra esperanza para estos días complejos:

“Aspiramos a que nuestros javerim sean activos en el proceso de asegurar la continuidad de nuestro pueblo y de fortalecer y enriquecer los aspectos judíos, democráticos y pluralistas de nuestro estado, como base para la formación de una sociedad ejemplar.

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