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Romi Morales

¿Qué tienen en común la palabra “Avra Kadabra”, parasha Toldot y nuestro rol a la hora de educar?

Hay quienes dicen que la palabra mágica‘avrah kahdabra’ es aramea y significa: ‘yo creo como hablo’. Otros opinan que la expresión es hebrea ‘Aberah KeDabar’ y significa: ‘iré creando conforme hable’. Lo fascinante del mensaje que ambas interpretaciones comparten es que el discurso genera realidad.

Parashat Toldot, muestra cómo las palabras moldean destinos. Sean bendiciones, promesas o diálogos, el lenguaje es el poderoso medio que define el curso de las personas y de nuestro pueblo en general. Cada palabra tiene su propio peso y valor, y juntas son herramientas que pueden construir o destruir, según cómo sean utilizadas. En educación la palabra es esencial. Si aprendemos de nuestras fuentes, descubriremos cómo usarlo con cuidado, amor y responsabilidad.

Cuando la palabra limita.

Finalmente, Rivka quedó embarazada. Sin embargo, algo la inquietaba. Dios le dijo: «Dos naciones hay en tu vientre; (…). Un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.»  

¿Hubiese cambiado algo si Dios decía: ¡Son mellizos! Dándole a Rivka la chance de descubrir por sí sola el destino de los niños? No podemos saberlo. Pero en base al texto, vemos que la respuesta que ella recibió influyó mucho en cómo se relacionó con sus hijos, dando preferencia al menor, Yaacov.

Algo similar ocurre en la Tnuá cuando madrijim comparten información negativa sobre janijim. A veces, aunque con la buena intención de dar un diagnóstico de la kvutza, los madrijim dan información negativa de janijim pasados a quienes recibirán a la kvutza. Esto, lamentablemente, puede generar una mala predispoción en el nuevo tzevet. Si bien tener un diagnóstico de la kvutza es importante, las frases dañinas quitan la posibilidad al nuevo tzevet de descubrir a las personas, sin estar atravesadas por estigmas que reducen su valor. Una alternativa es opinar asertivamente. De esta manera, el nuevo tzevet conocerá primero al janij y a su potencial y no a sus limitaciones.

Cuando la palabras engrandece.

Itzjak decide que ha llegado la hora de bendecir a su hijo mayor. Rivka ideó un plan para que Yaacov reciba esa bendición (Técnicamente la primogenitura era de Yaacov, pues su hermano Esav se la había vendido por un plato de lentejas). Si bien la forma en la que Yaacov recibió la brajá no fue la más adecuada, Itzjak se la dio y lo convirtió así en el próximo líder del pueblo elegido.

¿Escuchaste alguna vez proyecciones sobre quiénes asumirán el liderazgo de la Tnua en el futuro? ¿Esa profecía se cumplió? ¿Cómo es posible que se haya podido predecir eso tanto tiempo antes? Bien, “por arte de magia”, la palabra tiene el poder de transformar personas comunes en seres sobresalientes. En filosofía de la educación este fenómeno se llama “efecto Pigmalión”. Según el concepto, la creencia positiva de una persona (materializada en la palabra) influye de manera positiva en el rendimiento de la otra. Por eso, cuando marcamos cosas buenas del otro, posiblemente estas vuelvan a surgir en el futuro. Luego de haber sido reforzada positivamente muchas veces la misma conducta, esta puede convertirse en patrones o hábitos que ayudan al sujeto a distinguirse de manera positiva de aquellos que no han obtenido “la bendición” de ser reforzados para bien.

Para empoderar a quienes nos rodean, debemos fortalecer en ellos más “lo que sí”, que “lo que no”. Esto, sin duda, es una de las labores más importantes que tenemos a la hora de educar en la Tnuá.

Al mencionar actitudes agradables, nuestros janijim y janijot notan que los hemos visto y que valoramos esa parte positiva de ellos. Así nuestras palabras actuan como un espejo, permitiéndoles obtener un buen reflejo de sí mismos que tal vez hasta ahora no tenían.

Si, además queremos generar un impacto favorable a nivel grupal, recordemos que resaltar actitudes constructivas de los grupos que forman la Tnua (Kvutzot, tzevet, Hanaga, etc.) empodera e incentiva a hacer más y mejor. Junto con el ejemplo personal, las palabras positivas en el momento y lugar correcto pueden ser lo que falta a esa kvutza para pasar de ser un grupo más a ser “el equipo estrella”.

Todo lo que necesita un niño para crecer es un adulto que crea honestamente en él.

Desde antes de llegar al mundo se sabía que Esav no sería una figura positiva. Al nacer, la descripción del relato corrobora su destino. Y, más adelante cuando el texto describe a Esav como un hombre de campo (caza) y a Yaacov como un hombre de tiendas (estudio), simplemente lo sella. Siendo esto así, no sorprende que Rivka prefiera a su hijo menor, pero quién sí sorprende es Itzjak. Para él su hijo “favorito” es Esav, a él quiere bendecir y a él llama 8 veces “hijo mío” en la parasha. Pero: ¿Qué vio Itzjak en Esav para quererlo tanto y querer invertir en él? Creo que Itzjak vio el potencial y el esfuerzo de Esav por aprender e intentar mejorar incluso, o especialmente, cuando las herramientas que tenía eran diferentes a las de Yaacov. Itzjak vio sus aspectos positivos y los remarcaba para que Esav sepa que alguien podía ver cosas bonitas en él. Itzjak no pretendía que cambiar a Esav para que fuese Yaacov. Itzjak le demostró a Esav que él era merecedor de cariño siendo tal cómo era.

¿Alguna vez escuchaste hablar de “janijim buenos” refiriéndose a aquellos que participan en la peula, se comportan con respeto y disfrutan de aprender de la actividad que se planificó con tanto esfuerzo?

Prejuicios de cómo se ve o comporta un “janij bueno”, no solo perjudica al niño que queda afuera de los criterios preestablecidos, sino que también perjudica al tzevet que no logra ver el verdadero potencial en cada uno de los miembros del grupo y a la kvutza en general que siente que tal vez, no tiene tanto valor como “el favorito”. De ahí la importancia de educar en la Tnua con los criterios de Itzjak: queriendo, respetando y empoderando a cada una de las personas que forman parte de nuestro Ken, sin importar las etiquetas o estereotipos, sean estos positivos o negativos.

En conclusión.

En este artículo nos enfocamos en dos ejemplos de cómo el lenguaje marca el rumbo de la historia, pero éstos no son los únicos. En la parasha vemos también como el lenguaje puede poner en riesgo la vida (Esav promete matar a Yaacov por haber tomado su bendición) o puede salvarla (Rivka pide a Yaacov que huya hasta que Esav lo perdone). El lenguaje puede generar conflictos (Como cuando Rivka dice su plan a Yaacov para tener la bendición) o puede ser una herramienta para resolverlos (el Rey Avimelej, luego de la disputa de los pozos, hace un juramento con Itzjak para hacer la paz).

“Abrakadabra” alguna vez fue símbolo de magia. Hoy es recordatorio del poder que tenemos a la hora de educar. Cuando en la Tnuá usamos el lenguaje de manera apropiada podemos transformar un simple momento tnuati en una vivencia educativa significativa e inolvidable. Cuando hablamos para construir, podemos potenciar y enriquecer la identidad y personalidad de nuestros janijim y janijot, podemos mejorar la Tnuá, podemos transmitir el legado de nuestro pueblo y podemos dejar una hermosa huella en el mundo. Este es el verdadero truco de la educación: elegir nuestras palabras para crear el mundo que soñamos. ¿Estás listo para hacer tu magia en la Tnuá?”

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