Por: Sergio Edelstein, Mazkirut Olamit Hanoar Hatzioni
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Así debe ser el Estado de Israel: ¡rico, innovador, efervescente, espiritual, creativo, abarcativo,
hogar! De setenta formas diferentes podemos y debemos ver la sociedad israelí, mosaico y puzle
del rico y milenario abanico cultural judío, diagramado después de la expulsión del pueblo judío
de su tierra, con la destrucción del Segundo Templo y nuestra dispersión a todas las latitudes. El
Estado de Israel será el puente entre los judíos en su tierra y los judíos en las diásporas, puente de
unión y fortalecimiento de identidad y destino común.
Hay guefilte fish, hay yajnun y hay yngera; hay un rezo con tonalidades sefaradíes y otro con
ashkenasies. Pero no podemos quebrar o descuidar ni por un segundo el valor central de la
consolidación de Medinat Israel, la solidaridad y unión entre sus componentes. Y esta es nuestra
premisa como personas que nos importa, como sionistas comprometidos no solo con el hoy y el
ahora, sino también con el mañana, con la continuidad de nuestro pueblo y nuestro estado
soberano. Sin tolerancia uno para con el otro, sin respeto, no hay futuro. No solo la asimilación
nos amenaza, lamentablemente, más amenazadora que ésta, lo es el sectarismo y el separatismo
que somos testigo en los últimos años, que ciertos sectores intentan profundizar en la sociedad
israelí y las colectividades en la diáspora.
Quien no acepta la sabia enseñanza de “70 caras tiene la Tora” que tanto enriquece nuestras
fuentes y la cual fue pronunciada por nuestros sabios durante generaciones de creatividad,
discusión y diálogo, nos lleva por el camino de “sinat jinam” (odio gratuito), que tanto lastimó la
continuidad y existencia de nuestro pueblo en obscuras épocas. El pueblo judío supo superarlas;
hoy en día, por toda esa enseñanza y legado que llevamos en nuestro bagaje. Israel no puede ser
un país más, o como cualquier otro. Debemos ser una sociedad ejemplar, para nosotros mismos,
por nuestra solidaridad y consolidación, y para toda la humanidad, como pueblo con cimientos
valorativos dignos de ser base de la humanidad entera.
Dichos valores de nuestra narrativa común se basan en poder ver y contener “70 caras de Israel”.
Jag Sameaj!